Hay tres formas de medir al desarrollo del deporte de alto rendimiento en país.
La primera, la más visible, es por la cantidad de medallas obtenidas en los Juegos Panamericanos u Olímpicos. Los medalleros son testimonios implacables.
La segunda es la autosuperación, medirse con uno mismo. Analizar el rendimiento individual y colectivo de cada deportista o disciplina y ver los avances o retrocesos en dos aspectos: la evolución de las marcas y medir lo ocurrido en actuaciones anteriores.
Y la última es la multiplicidad de deportes. Un equipo puede cosechar muchas medallas en determinadas disciplinas o en varias. Por ejemplo, Colombia ganó en Toronto 2015 hasta el martes 21 de julio (cuando quedan cinco días de juegos) 59 medallas en 16 deportes. Argentina obtuvo 57, en 22. Es decir, si bien la cosecha es menor, hay más desarrollo.
En el primer aspecto, al menos por ahora, hubo un retroceso respecto de lo ocurrido en Guadalajara 2011, ya que en aquella oportunidad la cosecha de la delegación nacional llegó a las 21 medallas doradas, 19 plateas y 35 de bronce, lo que hacía un total de 75. En este momento, Argentina lleva en Toronto un cosecha de 11 doradas, 22 plateadas y 24 de bronce, lo que suma 57. Es muy difícil que llegue a las 75.
Hay explicaciones para entender la merma en las medallas doradas. En esta oportunidad no se permitió la participación de Frontón (o Pelota), un deporte en el que Argentina es muy fuerte; sacó 7 medallas en Guadalajara, cuatro de ellas doradas. Y tampoco hubo una buena cosecha en remo, ya que las ocho medallas (cinco doradas, dos plateadas y una de bronce) se repitieron aunque en diferente proporción: una dorada, dos plateas y cinco de bronce). La explicación en la baja del remo tiene dos explicaciones: Canadá, el local, fue muy fuerte en este aspecto ya que trabajó con el foco puestos en esas medallas y también hubo problemas entre algunos competidores argentinos y el entrenador francés Jean Reymond Peltier. cuando el río suena, lo mejor es escucharlo. Y más todavía si se trata de remadores.
El rival de histórico de Argentina en el medallero panamericano fue Brasil, pero desde hace rato no peleamos por el 4° puesto con ese país, detrás de Estados Unidos, Canadá y Cuba. Los rivales actuales por el 6° lugar son Colombia y Venezuela. La eficacia de los deportistas colombianos hizo que fuera inalcanzable para nuestra delegación.
El rival de histórico de Argentina en el medallero panamericano fue Brasil, pero desde hace rato no peleamos por el 4° puesto con ese país, detrás de Estados Unidos, Canadá y Cuba. Los rivales actuales por el 6° lugar son Colombia y Venezuela. La eficacia de los deportistas colombianos hizo que fuera inalcanzable para nuestra delegación. Ambos obtuvieron una cantidad medallas similares, pero Colombia sacó una luz imposible de reducir con 25 doradas y 8 plateadas, mientras que Argentina obtuvo 11 doradas y 22 plateadas.
La eficacia de los colombianos, el temple ante una final, es evidentemente un punto fuerte. Se sabe que no siempre se impone el mejor. Muchas veces gana el que mantiene la mente fría en los momentos decisivos, el que sabe controlar los nervios, el que no le tiembla el pulso. Ganar finales es un arte, tanto como capacitarse. Los entrenadores argentinos de cada disciplina deberán trabajar en este aspecto porque evidentemente tiene mucho para mejorar. Podríamos mencionar varias medallas o mejores escalones en el podio que se escaparon por poco (más de una decena), pero sería ingrato hacerlo, ya que dar nombres propios no enriquecería más el concepto y sólo nos transformaría en meros buchones.
El crecimiento de Colombia (se fue del 6° al cuarto 4° superando a Cuba y a México en el medallero) fue parecido al retroceso de Venezuela (esta 9° detrás de Guatemala), por lo que Argentina, de no ocurrir algo muy extraño, difícilmente alcance el ansiado 6° lugar que hoy ocupa México (15 doradas contra 11 de Argentina). En definitiva, la merma en la cantidad de medallas es un retroceso pero se mantuvo el 7° puesto de Guadalajara.
El segundo aspecto, el de la autosuperación. Las medallas en natación marcaron una recuperación en un deporte que, más allá del nacimiento fortuito de algún talento (Alberto Zorrilla, Jeanette Campbell, Ana María Schultz, Luis Alberto Nicolau, Susana Peper, María de los Angeles Altoe, José Meolans, Juan Carlos Carranza o Georgina Bardach) no veía horizontes optimistas desde hace décadas.
El crecimiento en beach vóley femenino o la medalla plateada de Germán Chiaraviglio en salto con garrocha, con record nacional incluido, siempre son situaciones que reconfortan.
También son importantes los pasajes olímpicos obtenidos en Toronto, como son los casos de los tiradores Amelia Fournel, Fernanda Russo, Melisa Gil y Fernando Borello; del atleta Emmanuel Zapata en pentatlón moderno (5° en la general); y de los nadadores Federico Grabich (50 y 100 metros libre) y Santiago Grassi (100 metros mariposa).
Todavía faltan algunos días para que terminen los Panamericanos. Pero ya se puede decir que Argentina no experimentó, en general, un crecimiento exponencial en su actuación. Más allá del aporte del Enard (lleva 6 años de vida, es decir el tiempo mínimo exigido para que se empiecen a ver los frutos), el equipo nacional se mantuvo en los registros de Guadalajara. Igual, para el balance final, todavía debemos esperar.
No se fue para adelante, pero tampoco se retrocedió. Tal vez podemos medir estos Juegos de Toronto como los de la consolidación del deporte de alto rendimiento, lo que no es poco decir para un país tan ecléctico e inestable como la Argentina. En donde políticas públicas acertadas se escriben con la mano durante una década pero después se borran con el codo en la siguiente.