La explicación de la victoria de Argentina en Chile pasa por una sola palabra: jerarquía. Mientras la Selección de Martino tuvo a Messi (¿es necesario alguien más?), a la de Pizzi le faltaron nada menos que Vidal, Valdivia y Vargas. Y a los 5 minutos de partido se cayó Matías Fernández y al cuarto de hora, Marcelo Díaz. Demasiado para un solo equipo…

FBL-WC-2018-CHI-ARGSin embargo; Chile, sólo con el deseo de ir y algunos buenos movimientos colectivos, empezó arrinconando a Argentina, que tuvo un arranque típico de un equipo que va como visitante y sale a ver qué pasa. A los ocho minutos tuvo que rebelarse Messi, pero rebelarse en serio para despertar a sus compañeros y, de paso, tocar un poco la pelota. La fue a buscar ¡¡¡de 4!!! y, desde la posición de Mercado, salió de la presión con malabares varios hasta, de pronto, estar cerca de Bravo. Pero Argentina siguió dormida y Gutiérrez cabeceó en las narices de defensores y arquero como si estuviera en un entrenamiento. Eso era la Selección hasta ahí: nada. O un poquito de Messi, más un par de acompañantes disponibles, cuando ellos quisieran y se sintieran cómodos para jugar.

Tan mal se sentía la Selección en Santiago que cuando Marcelo Díaz se tiró al piso lesionado y el árbitro detuvo el partido, protestaron todos como si el brasileño no hubiera cobrado un claro penal. Pero justo cuando Chile estaba con 10, Argentina se encontró con un contraataque (esa fue su única vía para generar peligro) que terminó en un derechazo precioso de Di María al segundo palo después de que a Banega le quedara largo un control. Es decir: poca elaboración, mucha efectividad.

Necesitó Messi apilar rivales a su gusto para que le cometieran una falta y que así la Selección respirara un poco. De ese tiro libre, Argentina encontró otro gol, con un gran mérito por el anticipo de Otamendi, por cómo aguantó Leo la pelota y por la fe de Mercado para quedarse a buscar petróleo donde no parecía haber nada. De pasar a respirar un poco, el equipo de Martino estaba saltando, bailando y fumando en un parque. Así de rápido cambió el partido. 

A partir de ahí, más de una hora larga, el libreto fue repetitivo: Argentina partido en dos (todos por un lado y Agüero, Messi y Di María por el otro) para aprovechar algún contraataque y Chile buscando sin precisión para el penúltimo pase, con tibieza para definir y con la evidente falta de jerarquía que hablamos al principio. Sólo por eso se puede explicar un triunfo que no deja nada más que tres puntos. ¿Suficiente? Por ahora.