Hay una situación que genera innumerables polémicas en el fútbol: ¿una mano es deliberada o no? Permanentemente, jueces, jugadores, entrenadores y periodistas se ven enfrascados en una discusión sin sentido. Ante una mano fuera o dentro del área y, de acuerdo con el criterio del árbitro, arranca un debate sin sustancia. ¿Por qué sin sustancia? Porque es imposible opinar sobre una determinación subjetiva. Dos jueces distintos, ante la misma situación, casi seguramente sancionarían de manera distinta. Es más, un árbitro podría llegar a interpretar, durante el mismo partido, de forma diferente, dos acciones similares.
¿Por qué pasa esto? Porque los criterios son privativos del individuo. Y el individuo, a su vez, muchas veces adopta posturas distintas influenciado por su estado de ánimo, por el clima externo o porque percibe u observa de otra manera (por su ubicación, perspectiva o lo que fuera) dos jugadas calcadas.
¿Qué dice el reglamento? La regla 12 explica: “Tiro libre directo. Se concederá un tiro libre directo al equipo adversario si un jugador comete una de las siguientes siete infracciones de una manera que el árbitro considere imprudente, temeraria o con el uso de fuerza excesiva: 1) dar o intentar dar una patada a un adversario. 2) poner o intentar poner una zancadilla a un adversario. 3) saltar sobre un adversario. 4) cargar sobre un adversario. 5) golpear o intentar golpear a un adversario. 6) empujar a un adversario 7) realizar una entrada contra un adversario.
Se concederá asimismo un tiro libre directo al equipo adversario si un jugador comete una de las siguientes tres infracciones: a) sujetar a un adversario. b) escupir a un adversario. b) tocar el balón deliberadamente con las manos (se exceptúa al guardameta dentro de su propia área penal).”
Como se ve, la interpretación del juez fue abolida en el 99 por ciento de las acciones. Debe cobrar lo que ve, sin importar la intencionalidad del jugador infractor. Un juez sanciona si ve una patada o si se intenta dar una patada, si hay una zancadilla o si se busca realziarla y así con el resto el resto de las acciones de juego.
Sin embargo, en el punto c) se agrega una palabrita que no aparece en el resto de las reglas: deliberadamente. ¿Quién puede decidir con precisión en una milésima de segundo lo que es deliberado o no? ¿No se agranda el margen de error al sumarle el punto de vista personal del juez?
El fútbol es un juego muy reticente a los cambios. Sin embargo, con el paso del tiempo, aunque más no fuera con el formato de maquillaje, se han corregido algunos errores o al menos algunos grises del reglamento. Este es uno pendiente.
¿Cuál es la solución para este caso puntual? Cobrar con infracción todas las manos. Eliminar del reglamento la palabra “deliberadamente”. Alguien dirá que esto es injusto y que muchos vivos, probablemente, le apuntarían a las manos de los defensores rivales.
Sobre si es una injusticia, diremos que no hay decisiones injustas sin las reglas son iguales para todos. Y sobre el segundo aspecto, le agregaría a los defensores una preocupación más durante el juego: evitar que la pelota les pegue en los brazos o en las manos.
Hay ejemplos en otros deportes. El pie en el básquet no tiene en cuenta la intención de detener la pelota. Es infracción y chau. O el pie en el hockey sobre césped, que tampoco tiene en cuenta si es deliberado o no. Si la bocha golpea contra el pie o la pierna de alguno jugador o jugadora dentro de área, se sanciona córner corto sin debate. Los que siguen ese deporte ya habrán visto más de una vez como los defensores o defensoras, ante la posibilidad del remate de un adversario, saltan para evitar que la pelota golpee en sus extremidades inferiores. Prefieren permitir el remate antes que ceder un córner corto.
El fútbol se nutre con llegadas contra los arcos y goles. Si se cambiara el reglamento aceptando nuestra propuesta, a los sumo se permitirán más remates al arco sin interponer resistencia o se cobrarían más penales. En definitiva, crecerían las chances de que convirtieran más goles. Y si hay más goles, los partidos seguramente serían mejores o más entretenidos. Y si los partidos son mejores o más entretenidos, el público sería más feliz. En definitiva, es una modificación que tiene todo para ganar. Y si está todo para ganar, ¿por qué será que los genios de la FIFA no se ocupan de mejorar el juego y de quitarles a los árbitros una mochila absurda?