El Tata Martino viene tomando una postura discursiva rara. Al menos una que obliga a reflexionar. Su última conferencia después del partido de la selección contra Jamaica dejó un par de frases bastante extrañas.
Lo primero que llamó la atención fue su calificación del primer tiempo, esos 45 minutos en los que Argentina tuvo la pelota metió un gol rápido y generó -como mínimo- cinco situaciones claras de gol. El DT etiquetó ese lapso como correcto. “El primer tiempo lo jugamos en forma correcta”, declaró.
La verdad, la sensación como espectador es que los cagamos a pelotazos. Que pegamos temprano, que jugamos sueltos, que movimos la pelota, que Pastore se lució, que Di María pudo hacer un par de golcitos más y que Messi tuvo un par bastante claras. Daba para pensar que el diálogo en el vestuario entre los jamaiquinos era: “Sanka, are you dead? Yeah, man”. Pero Martino dijo: correcto.
En un contexto normal, cualquier entrenador habría salido a forjar su base justificatoria ahí (“Completamos un muy buen primer tiempo”), para sacar el pecho y después tratar de disimular de la manera menos evidente posible el bajón del final, que sólo resulta preocupante por la reiteración en los tres partidos. Mucho más si es en el marco de una siempre benévola sala de prensa post victoria de selección, plagada de periodistas dispuestos al elogio.
Sin embargo, el Tata tiró un poco abajo el mejor momento de su equipo y después se explayó en lo que le gustó menos: “El segundo ya fue más aburrido”. Para colmo, agregó algunos adjetivos bastante duros refiriéndose al ritmo impuesto por sus dirigidos, como “cansino”, “tedioso” y “no demasiado rápido”, lo que con un poco de mala voluntad podría traducirse en “lento” (muchos medios hicieron sin dudar esa traslación semántica).
Decir que el primer tiempo fue “correcto” es una manera de mostrar dónde está la vara con la que se juzga. El DT podría haber sido un poco más generoso, porque -la verdad- parecía haber pocas cosas por corregir. Más que correcto, lució casi perfecto. Puede ser un detalle lingüístico pero la diferencia resulta fundamental.
Acá un par de cuestiones. Lo más importante sería pensar en el grado de exigencia mayúscula de Martino con los hombres que tiene a cargo. Decir que el primer tiempo fue correcto es una manera de mostrar dónde está la vara con la que se juzga. Podría haber sido un poco más generoso, porque -la verdad- parecía haber pocas cosas por corregir. Más que correcto lució casi perfecto. Puede ser un detalle lingüístico pero la diferencia resulta fundamental.
Otro tema es cómo explicar la expectativa del DT de cara el partido. Difícilmente un hombre que ve a los jugadores entrenándose día a día, todos los días, ignore el estado actual –físico y futbolístico- de cada uno de ellos. Incluso podríamos presumir que sabe cómo se están combinando sus jugadores y -cuando se trata de un hombre con tanta experiencia y tanto nivel como Martino- podemos pensar también que tiene la capacidad de imaginar de manera más o menos clara lo que terminará viendo en el encuentro cuando éste suceda.
Sin embargo, parecería ser que Tata está esperando de los futbolistas un rendimiento más acorde con su potencial que con su presente. Es decir, conociendo su calidad, les pide un desempeño que se acerque al ideal. Cuando lo entregan, están en el par. En lo esperable. Lo “correcto”. Cuando no lo logran, quedan en deuda. Y no para la óptica de un espectador eventual, de un periodista, de alguien que los ve una vez por semana. Sino para el que elige a quién poner en cancha. Casi como si no los eligiera.
Ayer, en Radio Metro, Daniel Arcucci contó que se encontró con Martino apenas finalizado el partido. Como estaba suspendido, el DT tuvo que seguir las acciones del juego desde una cabina de prensa vecina a la del periodista. Con el partido terminado, cruzaron un par de palabras. Arcucci le preguntó cómo vio al equipo y recibió una palabra como respuesta: “Cansado”.
La verdad, no es la palabra que uno podría esperar. No como resumen de partido. No en la boca del entrenador. Quizá sea cierto que el equipo terminó cansado. Pero el DT podría haber elegido otro adjetivo para definir el desarrollo de los noventa minutos, alguno que hiciera referencia con más justicia al todo, y no apenas a una parte.
Es como si él mismo eligiera no cuidarse. Exponer lo que considera que son los errores (del equipo y, por lo tanto, propios) y no hacer hincapié en las virtudes -que las hubo- mostradas contra un rival inferior.
La explicación para ese cansancio, según el parecer del propio Martino, fue una merma física de los futbolistas que estaban en cancha. ¿Y quién vendría a ser el responsable de esa cuestión? ¿No es Martino la cabeza de un cuerpo técnico que se tiene que dedicar, entre otras cosas, a poner a punto físicamente al plantel? Aduce que llegaron cansados y que nada se puede hacer contra ello. Habrá que creerle, él los ve. Él lo sabe.
Sin embargo, el general de sus declaraciones parecen jugarle en contra, incluso lo hacen aparecer un poco confundido con sus propios objetivos: después de declarar hasta el cansancio que él buscaba rendimiento y no resultados, mechó en su conferencia la noción de que Argentina ganó su grupo con buen margen de puntos y un par de victorias en el bolsillo. ¿Y por qué sería importante, si no estás buscando resultados?
Resulta que no hay nadie más crítico con Martino que Martino a la hora de los análisis de juego, pero cuando hay que defender la gestión en el torneo usa los argumentos que menos lo convencen, y que nunca en el pasado se paró a evaluar.
Esto puede parecer una crítica al seleccionador. No es la intención. De hecho, en lo personal diría que hace mucho Argentina no tenía momentos de nivel tan alto. Sinceramente, me gustaría apoyar al Tata en cada una de sus frases y sus decisiones.
Pero primero me gustaría entenderlo.