“Vamos a salir campeones en Rusia”, quiso motivar Edgardo Bauza después de un puñado de malos resultados, aunque la Selección no sólo no está en el Mundial sino que cada vez que aprieta F5 para actualizar la página y comprar los billetes se da cuenta de que está colapsada. Unos días más tarde le preguntaron al entrenador por qué había dicho eso y respondió: “Porque en San Lorenzo dije que íbamos a ganar la Copa y la ganamos”. Eso es hoy la Selección: un chamuyo. Un chamuyo por palabras vacías y un funcionamiento más vacío todavía.
¿Qué se puede decir sobre un equipo que sale a jugar un partido para empatar y se come tres después de cuatro ocasiones del rival? ¿Qué se puede decir de un equipo que se arma para parar a Neymar y Neymar se hace un festín? El gran problema es llamar “equipo” a un rejuntado. Y lo de “rejuntado” no pretende ser despectivo con estos futbolistas, simplemente trata de describir lo que hacen 11 camisetas argentinas en una cancha: hacen lo que pueden. Y lo que pueden es muy poco. O nada.
Argentina fue un equipo tonto y Brasil se lo demostró. Porque Argentina tenía la intención de jugar de contraataque pero Brasil no lo atacó. Y no hubo plan B. Ante esa circunstancia, la Selección se vio obligada a manejar la pelota y a demostrar todas sus carencias imaginativas. Cuando Brasil confirmó lo inofensivo de su adversario, se plantó más adelante y dijo: “Dame lo mío”. Y lo fue a buscar. Y lo encontró. Lo realmente preocupante, entre otras muchísimas cosas, es lo poco que tuvo que hacer Brasil para golear.
¿Qué más preocupa, además de lo obvio de los números y el funcionamiento?
Que el técnico llame a Lavezzi porque motiva al grupo aunque no pueda jugar.
Que después de unas horas de entrenamiento el técnico considere que Lavezzi puede jugar unos minutos, lo ponga en el banco y lo deje afuera a, por ejemplo, Belluschi, uno de los jugadores con mejor actualidad.
Que Di María sea titular inamovible.
Que Bauza confirme a Enzo Pérez de 8 y Enzo Pérez salga a decir que hace 5 ó 6 años que no juega en esa posición.
Que Mascherano no haya recibido la amarilla que merecía y que lo dejaba afuera contra Colombia para probar, de una vez por todas, con un 5 que juegue. Para que Messi no tenga que hacer absolutamente todo y para que los de arriba les llegue una, aunque sea una, pelota limpia. Mascherano toca 8 ó 9 pelotas en el Barcelona y hace 3 ó 4 cruces salvadores. Pero no juega de 5, no tiene que mover al equipo. Y Argentina (no) se mueve al ritmo de Mascherano. No existe, no E XIS TE, que Mascherano sea el que más veces toca la pelota.
Que el técnico motive a los jugadores diciendo que van a ganar el Mundial cuando, por ahora, no tiene ni idea de cómo llegar hasta ahí.
¿Qué más se puede inventar? Quizá sea el momento de intentar jugar a la pelota.