No vamos a hablar de cómo juega River (porque cada uno puede opinar lo que quiera) o de quién lo puede alcanzar (porque para eso están los programas deportivos que hablan obviedades sobre la nada). Vamos a hablar de jugar.
Muchos trataron de llorón a Gallardo cuando el técnico empezó a quejarse porque los rivales hacían tiempo. La primera vez que lo escuchamos fue después del empate en Sarandí. Y tras el 1-1 con Boca redobló la queja. Le preguntaron si pensaba que el rival había hecho tiempo una vez que se puso en ventaja y el Muñeco tiró a la basura el casete y contraatacó: “Desde que empezó el partido perdieron tiempo”.
Y en Rosario, contra Newell’s, se dieron un par de circunstancias que distinguen a River y explica por qué Gallardo reclama por jugar. El técnico entiende que los rivales se toman su tiempo, lo explicó después de Boca, lo que no entiende es que los árbitros no recuperen ese tiempo perdido como corresponde.
A los 3 minutos, Leandro Fernández chocó con la cabeza de Boyé y se rompió la nariz. El central se iba de la cancha caminando mientras trataba de que no se le manchara la camiseta con sangre. Algún “vivo” le dijo que se dejara caer para que lo atendieran en la cancha y Newell’s no se quedara unos minutos con un jugador menos. En vez de llevárselo en camilla, los médicos lo atendieron adentro de la cancha ante la pasividad de Pitana. El juego se reanudó tres minutos después. Y, en el primer tiempo, Pitana hizo jugar dos minutos más. Como mínimo, un minuto se perdió por ahí. O sea: Gallardo tiene razón.
En el segundo tiempo, se lastimó Mercado al chocar con Rojas. Lo atendieron, salió y volvió a entrar para probar. Enseguida se dio cuenta de que no iba a poder seguir. ¿Qué hace la mayoría de los jugadores a pedido del entrenador de turno? Se tira para que entren los auxiliares, darle tiempo para que el reemplazante se aliste y, sobre todo, para no jugar unos minutos con un futbolista que no está en condiciones. Mercado, sin embargo, no se tiró. Y River siguió jugando, con su lateral derecho en una pierna (y hasta se lo vio ir a presionar rengueando). River siguió jugando y consiguió un córner, paradójicamente, en parte gracias a aquella presión de Mercado. Recién ahí, después de un rato, por fin se fue la pelota para que pudiera entrar Solari.
Vino el córner y el gol de Funes Mori para un equipo que prefiere jugar para ganar.