¿Quién es Martino? ¿Es el que dice después de una remontada de Paraguay que “a mí me da mucha pena cerrar un encuentro que vas ganando 2 a 1 con estos jugadores” o es el que sale a neutralizar el poderío de Chile despreciando el propio?
¿Quién es Martino? ¿Es el que se cansa de repetir hasta el hartazgo que esta Selección tiene una idea o es el técnico de la Selección que en la final dejó de lado esa idea?
¿Quién es Martino? ¿Es el que se anima a criticar a los que lo contrataron porque “fueron eligiendo entrenadores con ideas muy diferentes entre sí y eso provocó que el fútbol argentino no tenga identidad” o es el que muestra una identidad durante cinco partidos y una completamente diferente en el decisivo?
¿Quién es Martino? ¿Es el que anuncia que se va a ir feliz de la Copa si la Selección afianza las ideas aunque no consiga el título o es el que pide desaforado un penal que no se cobra en ninguna cancha del mundo?
¿Quién es Martino? ¿Es el que suelta las palomas contra rivales débiles o es el que se achica ante la primera parada más o menos brava?
¿Quién es Martino? ¿Es el que se despide de la Copa diciendo que “lo vamos a seguir intentando de la misma manera” o es el que les dijo a los jugadores que la mejor manera de ganarle a Chile era jugando al pelotazo?
Está claro que hay varios Martinos en el mismo envase. Lo bueno es que el Tata sabe el diagnóstico para esta sequía del fútbol argentino: no hay identidad. Lo malo es que pese a eso aporta más confusión a la discusión: intenta darle una identidad a un equipo y se la quita sobre la marcha.
Dos minutos de la final, apenas dos minutos, bastaron para saber cuáles eran las intenciones de unos y otros. Cuando la tuvo Chile en defensa y Argentina fue a presionar, los de Sampaoli tocaron con riesgo pero con fe para salir jugando, para hacer lo que saben y quieren hacer. A la jugada siguiente sucedió lo mismo en el área de enfrente. Chile fue a presionar y Argentina, bien rapidito, confirmó que la valentía la había dejado en el vestuario y revoleó todas las salidas. Nunca es un buen plan revolear la pelota, pero si los que esperan que baje eso redondo del cielo son Messi y Agüero el recurso es tan viejo y absurdo como impresentable.
¿Acaso Martino no hace un culto al primer pase? ¿En la final no es importante el primer pase? Si hay tres posibles receptores para el pase del arquero y están todos marcados, que juegue el arquero: ya serían 4 contra 3. Pero claro, Romero no está para jugar ahí (ya tocaremos este tema en otra artículo). ¿Entonces? Si hay tres receptores y están todos marcados, que baje un cuarto. O un quinto. O un sexto. O un séptimo. O todos. ¿Iban a ir los 11 jugadores de Chile a presionar? No, Argentina hubiese tenido superioridad para salir jugando. Así que la conclusión es sencilla: ni al técnico ni a los jugadores les interesó el primer pase.
Por eso, otra vez volvemos a preguntarnos: ¿quién es Martino?