¿Cuántos minutos podría jugar Boca como contra Vélez sin que la gente de la Bombonera desempolve el “Riiiqueeeeelme, Riiiqueeeeelme”?
Cuando hablamos de “la gente de la Bombonera” hablamos de la que paga por ir a alentar y no la que le pagan por ir a cualquier cosa menos a alentar. Esa gente que supo disfrutar de los casi tres equipos que Arruabarrena ¿tenía? a su disposición mientras Boca no tuvo compromisos importantes y que vio cómo todo se derrumbó ante el primer cruce en serio.
Por supuesto que a esa gente le dolió haber perdido con River. Pero también dolieron las formas. Lo que pasó durante y lo que vino después. No estuvieron a la altura el técnico, los jugadores ni mucho menos los dirigentes. De tener tres equipos, de pronto Boca se dio cuenta de que no tenía un referente. Nadie que se hiciera cargo del papelón y sus consecuencias.
Osvaldo podrá ser todo lo hincha que él diga, pero cuando las cosas se pusieron espesas sus problemas importantes estuvieron (están) afuera de la cancha y no adentro. Gago se dejó amedrentar por un par de entradas fuertes, no volvió a acertar un pase y redondeó una quincena triste haciéndose echar con Vélez. Lo mismo que había hecho Pablo Pérez con Aldosivi. La vocación ofensiva que había mostrado Arruabarrena perdió la memoria. Orión no salva un gol pero se preocupa por no dejar de saludar a los delincuentes de la tribuna y apenas el Cata Díaz pone la cara y la voz por los demás.
¿A quién más de este plantel se le podría reclamar otra actitud? A todos, pero la pasta de referente no se prepara, ya viene hecha. Sin referentes adentro, sin referentes en el banco y sin referentes en la dirigencia, Boca perdió el control.
Su gente aún no pudo expresarse después del episodio del gas pimienta. Y los que saben más que nosotros del tema nos cuentan que la idea de Angelici es que sigan sin expresarse hasta que pase esta tormenta. Boca podría haber hecho “algo más” para jugar con su público ante Newell´s, pero el presidente ya echó a Riquelme y no quiere escuchar más nada de él.