No se podía jugar.
Nos quedaremos sin saber qué pudo haber pasado en el duelo del puntero vistoso y el rival con ganas de bajarlo.
No se podía jugar. Había que patearla para arriba y, a partir de ahí, más cerca del área rival, buscarse la vida.
No se podía jugar. Entonces había que aprovechar las pelotas paradas. Lo hizo Magallán .
No se podía jugar. Entonces, abajo en el marcador, el que empezó a tirar centros fue River. Y a buscar como pudiera. Pudo con un cabezazo de Mercado que fue al palo. Con una habilitación de Pisculichi a Funes Mori que tapó Orión y con un zurdazo de Rojas que Gago pareció tapar con la mano en la primera imagen pero luego se vería que fue cabeza y pie.
Quizás, en un partido que no se podía jugar, la mejor conclusión que se puede sacar es que sería muy útil que el cuarto árbitro tenga un monitor a mano para evitar que a un equipo le cobren un penal que no era y, para colmo, se quede con un jugador menos.
No se podía jugar. No era penal para River y Mora lo pateó alto.
Paradójicamente, aunque no se podía jugar, River trató de hacerlo pese a que su técnico les pedía que la pelota fuera por arriba. Y hablando del técnico de River, hay que valorar el recurso que se sacó de la galera. Entró Pezzella por Pisculichi para jugar entre los centrales de Boca. Cuando Arruabarrena se dio cuenta de la movida y quiso contrarrestarla, ya era tarde.
Ah, no se podía jugar al fútbol. Pero a los que toman decisiones lo que menos les importa es el fútbol.