En el primer tiempo del partido contra el Genoa, el viernes por la tarde, quedó muy claro que el Napoli estaba con la cabeza en otra cosa. Y esa otra cosa tiene nombre propio: Real Madrid. ¡¿Cómo no va a sacar de su eje a cualquier futbolista “normal” ese nombre y nada menos que por un cruce de Champions League a todo o nada?! Por si no fuera suficiente, el Napoli venía de golear 7 a 1 al Bologna. Resultados que hoy no existen en las grandes ligas. Cuando eso sucede, aumenta la presión. Los ojos de los espectadores imparciales van en busca de esos equipos que, primero, llaman la atención desde los números. Pero después, claro, tienen que confirmar con funcionamiento que una goleada no fue una excepción sino la consecuencia de una búsqueda.

El espectador imparcial que decidió mirar al Napoli contra el Genoa para ver “de qué se trata este equipo del que hablan algunos” se habrá decepcionado por ese primer tiempo. Fue un equipo espeso. Sin ritmo, sin toque y sin vértigo. Precisamente tres características que lo distinguen, que lo hacen especial, querible. Si este espectador tuvo un poco de paciencia y le renovó el crédito para la segunda parte, ahí ya pudo ver a un equipo diferente. Diferente al del primer tiempo, sobre todo, pero también diferente a los demás.

El Napoli de Maurizio Sarri propone jugar. Parece una obviedad pero no lo es. Propone jugar desde el sentido literal de la palabra: el Napoli se entretiene mientras juega. Juega para ganar, desde ya, pero mientras lo hace le importa divertirse. Un polaco (Zielinski), un guineano (Diawara) y un eslovaco (Hamsik) son los habitués del mediocampo. Un español (Callejón), un belga (Mertens) y un italiano (Insigne) son los que se paran más adelante. En la defensa, Sarri suele mover un poco más las piezas. Igualmente, cuando un equipo se destaca es porque hay un todo y no una suma de partes.

Hamsik

¿Manejará el Napoli tantos conceptos colectivos por no tener sudamericanos del medio hacia arriba (aunque sí participan bastante dos brasileños, Allan y Jorginho, pero juegan de 5)? Aunque, paradójicamente, los seis nombrados juegan como sudamericanos para lo bueno pero no para lo malo. Básicamente estamos hablando del egoísmo. Al sudamericano, en general, le gusta demasiado la pelota. Le gusta tenerla, llevarla… Le gusta lucirse. Y se olvida de uno de los conceptos fundamentales para entender el juego: el que se tiene que lucir es el equipo y la que se tiene que mover es la pelota. No es necesario trasladarla de un lugar a otro. Eso el Napoli lo maneja a la perfección: es muy raro que alguien la lleve más de lo que pide la jugada (quizás Zielinski, que recién tiene 22 años) y el espacio no se ocupa; al espacio se llega. Eso sí: en el mano a mano se la juegan (la parte buena del sudamericano, tener la técnica para el desequilibrio individual). El que sea. Los tres de arriba o cualquiera que se tenga fe para hacerlo. Los jugadores del Napoli saben en qué lugar de la cancha hay que hacer cada cosa.El problema que tiene, y eso contra el Real Madrid puede ser definitivo, es que necesita jugar bien para meter goles. Sus festejos, casi siempre, llegan después de grandes jugadas y de pases a la red. Es como que el fútbol debe ser estético siempre y si no es así, está mal. También suele sufrir desconcentraciones en defensa. En su afán de tocar de primera desde el arquero Pepe Reina, una pequeña imprecisión puede transformarse en una asistencia para el rival. No hace falta decir lo que puede significar eso con Ronaldo & cía. enfrente.

Ahora que nos hicimos un poco hinchas del Napoli (que 30 años no es nada…), nos dejan tranquilos las palabras de Sarri antes de viajar al Bernabéu: “Hace falta ir allí con un poco de miedo. Eso nos puede dar más atención y concentración, pero también habrá que jugar con mucho descaro. Estamos bien física y mentalmente, pero vamos a jugar contra los campeones del mundo. No sólo no sabemos si podemos ganarles, tampoco sabemos si podemos competir contra esos futbolistas”. Esa mezcla de humildad y desfachatez es lo que necesita el Napoli para mostrar su fútbol en una gran cita. El Napoli necesita ser el Napoli.