“Que de la mano, de Carlos Tevez, todos la vuelta vamos a dar”, canta la hinchada de Boca.
En este caso, y más allá del mimo al ídolo que volvió a tiempo, la tribuna tiene razón: Boca es Tevezdependiente. Y tal vez no tanto por lo que está haciendo pero sí por lo que transmite. Por lo que obliga. Porque Tevez obliga a los rivales pero también obliga a los compañeros. Tevez es jefe, amo y señor del equipo (¿del club?). Eso es un problema para los rivales, pero también lo es para Boca. Los compañeros creen que la mejor opción siempre es dársela a él y es obvio que no. Pero su presencia es tan fuerte que es lógico que esto suceda.
Lo que no es lógico es que el líder declare tras la derrota con Racing que “me voy caliente. De una vez por todas tenemos que crecer y no jugar estos partidos así. No nos podemos quedar con nueve”. La de Boca acababa de ser una caída triste, pero no demasiado preocupante. Estaba dentro del presupuesto. Orión, en cambio, le metió “optimismo” al asunto: “Vamos a ganar en casa y vamos a ser campeones con nuestra gente”.
¿Quién tiene razón? Los dos. Porque estamos hablando de fútbol y puede pasar cualquier cosa. Sin embargo, parece más sensato lo del arquero. Boca tiene que ganar un partido, contra Tigre en la Bombonera, para salir campeón una fecha antes del final. Bastante lejos de una misión imposible. Sin embargo… Por algo Tevez dijo lo que dijo y Orión dijo lo que dijo.
El capitán sabe que una actuación normal puede alcanzar para superar a Crucero del Norte, pero que quizás no sea suficiente contra un equipo mejor. Y aunque Boca tenga una larga lista de combinaciones favorables para dar la vuelta, la sospecha del mundo del fútbol es casi unánime: si no le gana a Tigre, en la última fecha, contra Central en Rosario, se le va a complicar grande. Y por eso la bravuconada de Orión. Hagamos memoria y pensemos cuántas veces un protagonista dice “vamos a ganar”. Casi nunca. Primero por los códigos y segundo porque nadie puede asegurar un triunfo en un deporte como el fútbol. Pero Orión lo hizo. Aunque Boca sea muy favorito para ganarle a Tigre, la frase del arquero fue para ahuyentar fantasmas. O así sonó. Porque después del primer match point desaprovechado al hincha de Boca se le aparece aquel campeonato perdido con La Volpe.
Tevez sabe que no está física ni futbolísticamente (más allá de algunos destellos) para darle crédito al cantito de la gente. Necesita a sus compañeros. Necesita un equipo. Necesita ganar sólo un partido más. Y por eso reclama. Aunque si el líder declara su preocupación públicamente, ¿cómo no van a estar preocupados los demás?
En Arroyito, al revés que en la Bombonera, el cantito no habla de un futbolista, habla de un grupo. “Y ya lo ve, es el equipo de Coudet”. Y sí, eso es lo que se ve cuando juega Central: un equipo. Por eso los fantasmas de Boca se agigantan, porque todo parece indicar que no va a poder contar con la ayuda de su perseguidor y tendrá que manejar el miedo a ganar.