Sí, sí… Huracán es grande. Eso al menos es lo que sentimos quienes tenemos marcado a fuego el corazón con ese Globo. Y tenemos razón. Ahora bien: ¿se puede estar orgulloso de eso? Evidentemente sí. Es casi nuestra bandera. Nuestro más importante pergamino. Hasta lo hemos transformado en la razón de nuestra propia existencia.

Bueno, señores… ¡Estoy harto! Quiero ser tan grande como Sportivo Barracas. Estoy harto de argumentar grandeza con las vitrinas tan poco pobladas…. Estoy harto (y avergonzado) de contabilizar campeonatos de la B y algún segundo puesto, sólo para lucir 5 estrellitas pedorras en la camiseta.

Estoy harto de que llenemos la tribuna para terminar puteando a dirigentes, técnicos y jugadores. Estoy harto de que por lo anterior el equipo en muchas ocasiones juegue mejor de visitante. Estoy harto de suponer que Avila es hincha de San Lorenzo (y juro que lo creo fervientemente) y que todo lo que nos pasa es un complot entre TyC y la AFA para “hundirnos”.

Estoy harto (y muy avergonzado) de pasar otra temporada en la B. Estoy harto de que, en un desesperado intento por sostener todo lo que soñamos para Huracán, les echemos la culpa de nuestra situación a los dirigentes (¡¡¡que la tienen!!!). Porque, señores, ¿saben de dónde surgen los dirigentes? De los hinchas. ¿Saben quiénes los eligen? Los hinchas. Seguro que alguno contestará: “No, son los socios”. Bueno… mucho peor. Los socios son hinchas que pagan su cuota y al menos se involucran. Todo el resto (la inmensa mayoría, me incluyo) somos meros críticos pasivos de nuestras penurias… Aunque activos en la cancha a la hora de putear.

Estoy harto de querer el sexto. Señores, luchamos y nos rasgamos las vestiduras por ser el sexto. Ni el primero, ni el segundo ni el cuarto… ¡EL SEXTO! Y atrás de San Lorenzo… Casi patético.

Estoy harto de seguir argumentando nuestra grandeza. Sobre todo porque cuando uno emite una sentencia, el resto del mundo parece contestar: “¡Y a quién carajo le importa!”. Sin embargo, seguimos en una discusión bizantina (de las más ridículas  que escuché en mi vida) para sostener esta teoría ante “el universo”.

Nosotros, los Quemeros, tenemos razones (o recuerdos, mejor dicho) para sentirnos grandes. Pero ya va siendo hora de que aceptemos la contestación del resto del mundo. Porque es certera, exacta y tiene tanta contundencia como un fuerte cross de derecha justo en la quijada. Y nosotros, groguis, con la toalla arrojada desde el rincón y una máscara de oxígeno sobre la boca, seguimos diciendo… “pero somos grandes”.

Reflexionemos un poco. La verdadera grandeza de ser hincha de Huracán es que somos casi chicos. Siempre pensé que es muy fácil ser hincha de Boca o de River. Es fácil ser fiel a alguien que te da campeonatos. Tanto lo siento así que mi postura ante la Selección Nacional (evidentemente una de las más grandes del mundo) es muchísimo menos entusiasta que ante Huracán.

¡Basta! Quiero ganar y que se metan la grandeza en el orto. Quiero ganar aunque juguemos como el culo (pecado mortal en mi Huracán). Quiero una participación digna en un campeonato internacional. Quiero que mis jugadores vayan a la Selección porque juegan en Huracán y no porque pasan por River o Boca. No quiero festejar más campeonatos de la B. Quiero ser tan grande como Sportivo Barracas, pero ganar… Ganar en Primera. Ganarle a Boca. Ganarle a River. Dar vueltas olímpicas y que discutan sobre grandeza los pelotudos.


Publicada en UN CAÑO #12 – Agosto 2006. Te recordamos con cariño, Adrián.