No jodamos con la mentira de un equipo armado a las apuradas. Esto es fútbol y no se necesitan muchas cosas para jugar bien. Para empezar, se necesita quererlo. Nadie duda de que los dirigentes de la AFA son unos inútiles que se potencian entre ellos. Nadie duda de la desorganización que existe en el fútbol argentino. Nadie duda de que Martino se borró a último momento porque no había previsto absolutamente nada con un posible equipo olímpico. Nadie duda de que Olarticoechea era el único empleado de la AFA “capacitado” para entrenar a un equipo (al menos para estar al costado del campo). Pero tampoco nadie duda de que para jugar al fútbol lo primero es querer jugar al fútbol. Y esta vez no quisieron jugar los dirigentes (lo único que quieren es su propio beneficio), no quiso jugar el entrenador y no quisieron jugar los futbolistas.
Por momentos dio la sensación de que Argentina fue un equipo que no conocía las reglas básicas del juego. Tal vez confundido por tantos deportes en tan poco tiempo, la Selección se olvidó del reglamento. Algunos ejemplos:
-Pasarle la pelota a un compañero mejor ubicado no se sanciona con un penal en contra.
-Dar muchos pases para desorientar al rival no le da derecho al árbitro a expulsar a nadie.
-Hacer un foul (innecesario) en el área propia se castiga con penal.
-No es obligatorio que cada tiro libre vaya al área. Se puede tocar corto y empezar a jugar desde ahí.
-Eludir a tres rivales en mitad de cancha no equivale a que te den un gol.
En fin, sin algunos conceptos elementales es imposible jugar a la pelota. El que vio el partido se dio cuenta de lo que es Honduras. Para el que no lo vio se lo contamos: un equipo con unas limitaciones técnicas tremendas. Pero, también, un equipo que juega con fe y que sabe lo que hace y por qué lo hace. Argentina no tuvo idea de lo que hizo durante todo el torneo.
Bueno, Olarticoechea sí sabe lo que hizo: un papelón. ¿Cómo se puede ser tan miserable? Y lo que es peor: ¿cómo se puede desaprovechar una oportunidad tan única como inesperada? Un tipo sin pergaminos (es cierto: no siempre sirven para algo) que de pronto se encontró en el lugar y en el momento oportunos prefirió jugar a no perder, sin grandeza.
Hay pocas cosas que se pueden asegurar del fútbol. La primera es que ningún sistema te garantiza resultados. Entonces, ¿no hubiera sido mejor haber sido valiente? ¿no hubiera sido mejor haber salido a presionar a los rivales en su campo, a decirle “somos Argentina”, a imponer el respeto de la camiseta? Pero Olarticoechea fue el primero en no respetar una camiseta que supo honrar como futbolista.
¿Y los futbolistas? Ay, los futbolistas. Qué feo es jugar como un rebaño, sin rebelarse a indicaciones absurdas. Qué feo es jugar tan individualmente. Qué feo es no tenerle fe a un compañero. Y acá nadie les pide a los futbolistas que se rebelen porque ganan muchos dinero o porque están defendiendo los colores argentinos. No. Que se rebelen por ellos mismos. Por ser un poco mejores. Para jugar por la gloria y no por un resultado barato.