Y un día, Brasil usó a favor esa presión que le atosigaba el corazón. En vez de llorar, Brasil corrió. El doble de lo que venía corriendo. En vez de llorar, Brasil metió. El doble (o el triple) de lo que venía metiendo. En vez de llorar, Brasil jugó. El doble de lo que venía jugando (que era casi nada). A veces, casi siempre, el fútbol no tiene mucho misterio. Con jugadores, equipos y preparaciones físicas tan parejas, las pequeñas diferencias acaban por ser decisivas. Y esas pequeñas diferencias , en ocasiones, pueden ser correr un poco más de lo que creés que podés correr. Eso hizo Brasil. Entendió, recién en el quinto partido, cómo usar a favor el griterío infernal, por momentos casi histérico, de las tribunas. Y si el Brasil de afuera ya alentaba, seducido al fin por el Brasil de adentro (el del primer tiempo), lo hizo mucho más. Eso, más o menos, es lo que se llama tirarle la chapa al rival.

Es cierto que Brasil hizo mucho para incomodar a Colombia, pero Colombia pareció entregarse mansita al ritmo y al rigor que impuso su rival. Y al ambiente, claro. Pero también al mensaje que le mandó Pekerman con una formación más conservadora que contra Uruguay. Si el plan era esperar, el plan se fue al tacho prontito por el gol de Thiago Silva. Al tener que resetear, el equipo de José se quedó en la ilusión de lo que pudo haber sido pero no fue por no animarse a tiempo. Cuando lo hizo fue porque Brasil dejó de presionar y empezó a patearla para arriba tras el 2 a 0 (impresentable, por cierto). Igual, gracias por el fútbol, James.

¿Entonces ahora sí Brasil es candidato? Ni más ni menos que antes. Si era candidato no lo era por su fútbol sino por lo que mostró contra Colombia: una actitud completamente distinta a la de los partidos anteriores. Podríamos decir que no siempre se encontrará con un árbitro tan permisivo como el español, que se hizo bien el bobo con las faltas sistemáticas de Brasil, pero… ¿cómo hacemos para decir que no volverá a pasar?

¿Y el fútbol? Poquito. Quizás el gran cambio haya estado en las bandas. Oscar y Hulk ayudaron a Maicon (bien Scolari al “proteger” a Dani Alves) y Marcelo pero, sobre todo Maicon y Marcelo ayudaron a Oscar y Hulk. Eso fue durante el mejor rato de Brasil en el Mundial. Y la prueba es que no necesitó de Neymar para desbordar a Colombia. Así y todo, el fútbol está lejos de sobrarle: los goles llegaron tras un córner y con un tiro libre, todo dicho. Pero le sobran otras cosas, que a veces terminan siendo suficientes.