La conducción se le da bien a Gallardo, como cuando jugaba. Si Passarella lo usó de ejemplo para el “entiende el juego” fue porque, precisamente, lo entendía al milímetro. Y afuera parece que va por el mismo camino. ¿Quién mejor que Gallardo conoce cómo están los jugadores y cómo manejarlos y, sobre todo, cómo lidiar con sus egos?
Cavenaghi es el tipo con más chapa de este River. De hecho, es el único ídolo. Y fue el único que levantó un poco la voz por jugar algo menos de lo que pretendía. Pero Gallardo truncó enseguida cualquier posible polémica: “Fernando, a esta altura de su carrera, tiene que disfrutar cada partido como si fuera el último”, recomendó paternalmente.
A partir de ahí, empezó a darle a Cavenaghi los minutos que reclamaba: el ídolo respondió con goles y culminó buenas actuaciones con una tarde perfecta ante Banfield. ¿Entonces ya tiene que ser titular en esta seguidilla superclásica porque, encima, Teo no está en su nivel? No.
Así como Cavenaghi puede ser el alma del equipo por lo que transmite y por lo que quiere al club y a la camiseta; Teo, con su andar de no me importa nada, es el alma del juego. El tema es que el colombiano tenga el día. A veces, casi siempre, un buen parámetro es cuántas veces queda adelantado. Cuando son muchas, el hincha de River ya sabe que no aportará demasiado. Ahora, cuando está inspirado, el hincha se frota las manos. Porque cuando Teo juega no sólo juega él sino que hace jugar, contagia, provoca, obliga, desarma… El colombiano es un delantero de otra categoría.
El tema es que Teo es como un caballo remolón: cuando no entra motivado necesita un fustazo para reaccionar. Como la tarde que falló el penal, lo ovacionó todo el Monumental y al toque metió el gol. O como en México, que se arrastraba por la cancha hasta que… abracadabra… gol y asistencia en tres minutos.
Gallardo exprimió al máximo este ratito de furia de Cavenaghi. Tal vez, hasta considere que el envión le va a durar un poco más. Y, tal vez, hasta le sirva a Teo para espabilarse un poco. Claro que Teo, sin esa pereza encima, no sería Teo. Y si Gallardo lo eligió así como es, es porque cree que puede domarlo. Y contra Boca, ¿qué mejor que un indomable?