Diego Latorre: -Nosotros somos los que tenemos que defender el fútbol dentro de la cancha. Y hay jugadas que exceden el color de la camiseta.
Rodolfo De Paoli: -Cuando hablás de nosotros hablás de los jugadores, ¿no?
Latorre: -Nosotros todos. La comunidad del fútbol…
Cada vez que escribimos en Un Caño sobre las cosas feas que tiene el fútbol decimos que somos todos los responsables. Más o menos, todos tenemos que ver con este asunto. Cuando De Paoli se desliga y le pregunta a Latorre, todavía consternado por lo que acaba de ver, “¿hablás de los jugadores?” seguro que se está olvidando de que alguna vez habrá dicho “a Boca le falta carácter”. Como lo dijimos muchos después de los dos cruces perdidos con River, por ejemplo. Y eso, en este fútbol argentino, que te falte carácter, quiere decir, siendo buenos, que sos un poco livianito. Y acá la liviandad no da.
Después del 1 a 0 barato de Newell’s a San Martín de San Juan, Maxi Rodríguez decía algo así como que “este equipo ya demostró que puede jugar al fútbol y ahora está demostrando que también puede ganar con carácter”. Y ahí nos estamos equivocando. El Newell’s del Tata Martino fue el último equipo con carácter. Porque para ninguna otra cosa se necesita más valentía que para jugar bien al fútbol. Las patadas, en cambio, las puede pegar el más cagón del pueblo.
En este caso nos interesa hablar sobre el hombre más solo del pueblo: el árbitro.
En este fútbol argentino tramposo, ventajero, “no hay que regalar nada” y “hay que ir a cada pelota como si fuera la última”, un árbitro está decididamente en problemas. Nos damos cuenta en los Mundiales: árbitros argentinos que han sido superados por los partidos más de una vez, dirigen el torneo más importante del mundo con los ojos cerrados.
Acá, en la misma jugada, el de un equipo reclama por la falta que le cobraron y el del otro por la amarilla que no le pusieron al rival. Acá, en la misma jugada, el de un equipo reclama penal y el del otro amarilla por simular. Acá, en la misma jugada, el de un equipo pide córner y el del otro saque de arco. Acá, en la misma jugada, el de un equipo reclama lateral y el del otro equipo también. Y todos protestan con una vehemencia que a veces hasta nos hacen dudar de lo que vimos. Y en el medio, el árbitro, que tiene que decidir en un segundo.
Son 22 tipos contra uno. Más las 15 personas que hay en cada banco ya son 52 contra uno. Y sin contar a los hinchas, que supuestamente “no juegan”. Ninguno de esos 52 tipos colabora nunca jamás. Todos quieren todo para ellos. Los 26 para un lado y los 26 para el otro. Y en el medio, el árbitro…
Sobre la intención en la entrada de Tevez a Ham (qué ironía que el chico de Argentinos, con su gol, hizo que su agresor no fuera reemplazado) se opina y se seguirá opinando, pero de lo que nadie duda es de que Carlitos debió irse expulsado. Y eso, implícitamente, significa destrozar al árbitro.
Una trascripción de lo que dijeron en tiempo real De Paoli, Latorre y Tití Fernández en la transmisión del partido.
“Otro zurdo que se llama Monzón se la deja a Tevez, exigido Tevez, traba con todo Ham” (De Paoli).
“Ay, ay, ay, ay, la rodilla…” (Latorre).
“El tobillo” (Tití).
“A ver, pará el juego Alvarez. Trabó fuerte contra Tevez. Se jorobó solo, como se dice. La rodilla…” (De Paoli).
“Fueron muy fuerte los dos, yo estoy muy cerquita. A trabar lealmente la pelota, eh!” (Tití).
“Sí, sí, lealmente… Pero cuando uno gana… No, no, no es lealmente. Tevez va arriba” (Latorre).
“Me parece que se lastimó seriamente el chico Ham. Allí la imagen de Tevez que quiso trabar…” (De Paoli).
“Le queda el pie enganchado” (Latorre).
“Parece un planchacito… Desde acá parecía una disputa normal. Nooo, es fractura de tobillo. Se le quedó el pie enganchado en la media con los tapones. Tuvo la desgracia Carlos que quedó enganchada su suela en parte de la media y con la inercia se lo llevó puesto” (De Paoli).
Lo que queremos decir es que los tres (Javier Saúl, que cubría el banco de Argentinos, informó sin opinar) vieron en la primera imagen una trabada fuerte como cualquier otra. Y nosotros, y todos a los que les consultamos “¿cómo viste la jugada antes de las repeticiones?”, también vimos una disputa fuerte pero con la pelota en el medio. Entonces, el árbitro, que estaba ubicado equidistante a Tití Fernández, ¿no pudo haber visto lo mismo que vimos todos?
Parece que no. Porque tanto De Paoli y Tití fueron muy crueles en sus críticas. Es cierto que a Luis Alvarez se le descontroló el partido (con la ayuda del resto de los protagonistas, por supuesto) y es normal criticar a alguien que no hace bien las cosas, pero destrozarlo por no ver algo que muchos tampoco vimos, nos hace pensar que el fútbol argentino de comunidad tiene muy poco.