El fútbol, un deporte bastante injusto, viene siendo muy justo con el fútbol argentino. Ya son tres finales de Copa América y una de Mundial en 12 años. Repasemos brevemente.
Copa América 2004. Argentina le ganaba 2-1 a Brasil y Bielsa decidió que en los minutos finales sólo había que aguantar el resultado. Sacó a Tevez, que justamente aguantaba el resultado aguantando la pelota, teniéndola; y puso a Facundo Quiroga, un central. Ya había en cancha otros tres centrales (Ayala, Coloccini y Heinze), más Zanetti, Mascherano y Sorin. Nadie de ellos pudo capturar el último centro de Brasil y Adriano la mandó a guardar para el empate. Con el ánimo destrozado por la oportunidad perdida, D’Alessandro y Heinze fallaron los dos primeros penales y la serie ya fue irremontable.
Copa América 2007. El equipo de Basile llegó a la final arrasando a sus rivales (4-1 a Estados Unidos, 4-2 a Colombia, 1-0 a Paraguay, 4 a 0 a Perú y 3 a 0 a México) gracias al talento de sus futbolistas. Pero en la final se vio poco y nada de ese talento y Brasil goleó 3 a 0, según el análisis del Coco porque “los jugadores se levantaron mal”. Curiosamente, después de la derrota, Verón dejaba una frase parecida a la de Mascherano post Chile: “Hoy no estoy para pensar en seguir. Es momento de abrirles el camino a los más jóvenes”
Mundial 2014. Sabella, quizás, tiene el mérito de haber sido el técnico de la Selección más coherente de los últimos tiempos. Aunque pasó las Eliminatorias con un estilo, aunque arrancó en Brasil con una línea de 5 y aunque sufrió con ¡Irán!, Alejandro pensó un plan para los cruces decisivos y Argentina, más allá de gustos, lo respetó de principio a fin. El tema fue que lo que alcanzó con Suiza, con Bélgica y con Holanda no fue suficiente contra Alemania. Pese a que la Selección estuvo en partido siempre, los de Low merecieron levantar la Copa.
Copa América 2015. Lo que pasó fue parecido a lo del 2007, aunque con una diferencia sustancial. Basile es un técnico jugadorista y Martino es un técnico de sistema. Más allá de hacerlo bien o regular, la Selección en Chile mostró un estilo. Menos en el partido donde más lo debía mostrar. No creyó Martino en su sistema (¿se sintió inferior a Chile? porque si no es inexplicable) y no se rebelaron los futbolistas ante la superioridad rival. Y, otra vez, aunque Argentina estuvo en partido hasta el último segundo (y hasta lo podría haber ganado), la sensación que quedó es que no había chances de ganar.
También podemos recordar lo que pasó en los últimos Mundiales que Argentina no llegó a la final.
Del 94 hay poco que decir tras el affaire Maradona. En el 98, Passarella decidió que la Selección era muy inferior a Holanda y lo salió a esperar en su propio campo descaradamente. Aunque Argentina tuvo oportunidades para ganarlo, la genialidad de Bergkamp puso las cosas en su lugar. ¿Qué agregar de la decepción del 2002? Si un equipo no le pudo ganar a aquella Suecia… En el 2006, con el 1-0 a Alemania y el partido más o menos controlado, Pekerman decidió sacar a Riquelme para poner a Cambiasso y a Crespo para que entrara Cruz, mientras Messi miró el empate de Klose y la definición por penales desde el banco. En el 2010, Maradona confió todo a su aura y Alemania, otra vez, le pegó cuatro sopapos.
Como estamos hablando de fútbol, probablemente alguno de los resultados que se dieron en contra podría haberse dado a favor. Pero no le hubieran hecho ningún favor a la confusión del fútbol argentino.