Cuando cierto sector del periodismo declama que los futbolistas deben siempre hacer declaraciones a la prensa para “respetar el trabajo de los demás”, lo que en realidad hacen es defender su negocio, sin darle valor real a la tarea de un trabajador. Es importante aclarar esto porque en las últimas horas hemos escuchado a varios despechados hablar en nombre de la libertad de expresión y de todos los trabajadores de prensa y, por supuesto, lejos están de representar a sus compañeros de profesión.
Dicho esto, lo ocurrido en San Juan no es más que una solución extrema para una situación extrema. Los futbolistas se cansaron de ser considerados fracasados por no haber podido ganar un título tras pelear hasta el final en todas las competencias disputadas. Lo que pasó en la sala de prensa del estadio del Bicentenario es una consecuencia más del exitismo que amenaza con destruir al fútbol argentino. Si no sos campeón, no servís para nada. Como si quienes levantan esta bandera hubieran estado cerca alguna vez de ganar algo.
En los meses anteriores a la victoria sobre Colombia, desde los medios más reputados del país se pidió la cabeza de varios integrantes del plantel, se los denigró y se los tiró a la parrilla. Esto provocó situaciones insólitas, como el abucheo a quien llevó a la Selección a su primera semifinal del mundo en 24 años. Pusieron a la gente en contra de los jugadores, como si estos últimos no quisieran ganar algo, como si jugaran en el equipo nacional por inercia, sin la más mínima motivación. Mienten.
El concepto “formadores de opinión” es vetusto y no tiene mucho sentido en esta era de hiper-comunicación. Messi describió de ese modo a los animadores y periodistas que provocaron la reacción del plantel. Está claro que el pueblo piensa y actúa por sí mismo, pero echar leña al fuego no es una facultad de la libertad de prensa. Cada periodista puede y debe decir lo que piensa, el problema es cuando lo hace para defender intereses y no para expresar una opinión genuina. Por eso los futbolistas tienen razón, porque no actuaron contra un derecho constitucional, sino en defensa de su honor.
Por otro lado, está la sobrevaloración del periodismo en el mundo del fútbol. Durante los viajes del seleccionado se pueden ver personajes que se mueven con la actitud de una estrella más del equipo. Muchachos que creen que los hinchas festejan sus “preguntas” del mismo modo que los goles de Messi, Pratto y Di María. No está mal este baño de realidad. Los protagonistas somos nosotros, ustedes cuenten la historia.
Desde este espacio, tenemos una duda concreta. ¿A alguien le cambia demasiado la vida conocer o no la opinión de Lucas Biglia en la zona mixta? O escuchar el casette de Sergio Romero antes de un partido importante. O leer cómo respeta Javier Mascherano a su ex compañero Alexis Sánchez. Suponemos que la respuesta es no. Que nada cambia si los futbolistas hablan o no con los medios. Que es mucho más una cuestión interna de los periodistas, un interés particular del gremio. Es como si todo el tiempo estuviéramos hablando de las dificultades que tienen las casas de repuestos de conseguir determinado tipo de pastillas de freno. Que cada uno se preocupe por su trabajo.
Además, fue una buena oportunidad para ver el liderazgo de Lionel Messi. El diez es el dueño de la Selección. Habló con soltura, con argumentos y defendió a sus compañeros. Con el tiempo, aquel pibe tímido y parco se convirtió en un conductor respetado, en un caudillo. Consigue puntos adentro de la cancha y respeto afuera.
Otro punto que se discutió en las últimas horas fue “por culpa de uno deben pagar todos”. Primero, no es solo uno el que tildó de fracasados a un grupo de personas. Segundo, hay que hacerse cargo del mundo en el que estamos. A nosotros no nos gusta saber que compartimos profesión con ciertos personajes, pero es así y debemos aceptarlo. Como los futbolistas de la Selección se harán cargo de su decisión.