En la reunión de redacción del lunes pasado, dos tópicos fueron abordados. Uno fue planteado por Christian Colonna, quien dijo que lo aburría la forma de jugar del Barcelona y que su entrenador se estaba enamorando de un juego especulativo y apoyado únicamente en la eficacia de sus dos delanteros, Suárez y Messi. Dijo que ya lo tenía podrido que jugara con cuatro defensores y cuatro volantes más preocupados por marcar que por crear. Y adelantó: Valverde se está buscando que alguien le dé una lección y lo saque de la zona de confort. También es cierto que jamás imaginamos que la Roma podía dar vuelta la llave de la Champions, pero sí se hacía una evaluación crítica de la forma en la que venía jugando el Barcelona. Y pasó lo que pasó.
Otro de los temas que salió lo planteó Fabián Mauri: “La selección es Messi, Otamendi y nueve más, pero las últimas actuaciones de Otamendi bien nos podrían hacer revisar si es tan así”. Y efectivamente revisamos los últimos partidos de Otamendi y constatamos que su prestación defensiva en el 1-6 ante España, el 0-3 ante el Liverpool y el 2-3 ante el Manchester United, había sido francamente deficiente. Como es obvio, todavía no sabíamos que un día después le iba a tomar la chapa a Salah en el 1-1 y que le iba a regalar un gol a Firmino en el 1-2 que su equipo sufrió ante el Liverpool por la revancha de la Champions.
Nicolás Otamendi es un excelente marcador central. Además, su convivencia con Pep Guardiola en el City le sumó una notable convicción para salir jugando. Todo eso está fuera de discusión.
Sin embargo, desde hace algunas semanas, gracias a Mauri, advertimos que sus prestaciones en el City y en la Selección dejaron bastante que desear. No nos gusta sólo hablar de números, pero sus equipos recibieron 14 goles en cuatro partidos. No es sólo su responsabilidad, está claro, pero también tuvo culpa. Sin ir más lejos, muchas de sus distracciones provocaron goles en contra, así como falencias en la ocupación de los espacios y malas decisiones a la hora de salir jugando.
Le pasó en la Selección y en el City. Con diversos compañeros. Con volantes que achicaban hacia adelante y con volantes que achicaban hacia atrás, con adversarios que tocaron rápido a los espacios vacíos y con otros que lo encararon y lo superaron como si fuera un molinete de subte.
¿Hay alguien mejor que Otamendi para el puesto? No nos parece. Pero sí creemos que Sampaoli, en caso de querer contar con su presencia, deberá trabajar sobre algunos aspectos básicos en el juego de Otamendi y también en lo colectivo. En lo individual, Otamendi casi siempre duda cuando debe salir a marcar a algún adversario que viene frontal y esa décima de segundo normalmente le resulta fatal. Otamendi es muy bueno anticipando y leyendo los movimientos rivales cuando su equipo ataca, pero está francamente complicado en el mano a mano, cuando un rival viene lanzado o cuando le hacen el 2-1. Y en lo colectivo, Sampaoli deberá elaborar un buen sistema para que el equipo no quede partido y que el rival de turno no se haga un festival en los espacios entre líneas. Otamendi, si el equipo de despatarra por la cancha, pasa a ser un defensor más ya que no sabe cómo desempeñarse en grandes espacios cuando los oponentes vienen con la pelota controlada y con opciones de pase. Y si lo sabe, últimamente no lo está demostrando.
Respecto de su temeridad al salir jugando, no hay mucho para quejarse. De los 14 goles recibidos, dos fueron justamente cuando la perdió y su equipo estaba saliendo. Uno contra España (el sexto) y otro contra el Liverpool (el segundo en la revancha), pero sería injusto contarle las costillas con este asunto porque se le cuentan estos errores pero no se le compatibilizan a favor todas las veces que sale jugando correctamente y cuando su prolijidad desemboca en peligro para el arco adversario. Sin ir más lejos, el baile que el City le dio en el primer tiempo de la revancha a United, mucho tuvo que ver la audacia de los tres centrales para jugar la pelota por abajo sin dividirla.
El defensor también va a tener que trabajar en su costado emocional. Los grandes compromisos parecen desbordarlo, juega como acelerado y muchas veces queriendo cubrir él solo todos los problemas de la defensa, lo que normalmente genera un desorden que trae nuevos y más graves problemas.
Es más que evidente que hay que seguir pensando variantes para la Selección. No tanto de nombres y sí de funciones. Y en tiempos en donde parece ser que a los periodistas y a la gente solo le interesa el puesto de arquero (ya aburre la campaña para ponerlo a Armani, más allá de sus virtudes), desde este humilde lugar decimos que hay cuestiones para considerar más importantes que el arquero. Porque si Argentina vuelve a defender como lo hizo contra España, lo más probable es que pierda muchos partidos por más que en el arco este parado Magoya.