Aunque parece que los futbolistas alemanes aprendieron a jugar al fútbol en la última década la selección siempre fue una potencia. La diferencia entre aquellos equipos y estos es el cambio de estilo. Y para cambiar tan drásticamente se necesita trabajo. Trabajo, trabajo y más trabajo. Y paciencia. Esa palabrita tan fundamental que el fútbol argentino no sabe lo que significa. O ni siquiera sabe que existe.
La conquista de la Copa Confederaciones con un equipo B puso al fútbol alemán en boca de todo el mundo. Lógico. Ya es valorable que una selección afronte ese riesgo pero el mérito crece si, además, gana el torneo con formas similares a las del primer equipo. A partir de ahí, los medios de aquí y de allá hicieron hincapié en que Alemania era capaz de formar dos selecciones de primer nivel. Sin embargo, el quid de la cuestión es que Alemania es capaz de jugar de la misma manera con esos dos equipos. Y con más también si nos vamos hasta la selección que se llevó el Europeo Sub-21.
Por supuesto que la discusión se trasladó a la mesa de bar que hace las veces de redacción de Un Caño. ¿Es el trabajo por el estilo o son los jugadores el secreto de Alemania? Mientras el vintage Damián Didonato aseguraba que Argentina no tenía futbolistas para formar dos equipos de nivel, desde nuestro lugar le respondíamos que sí, que Argentina los tiene. ¿O acaso alguien no especializado en el fútbol alemán conocía más de cinco jugadores de los que participaron en las Confederaciones? Entonces Damián lanzó el desafío: “¿A que no armás dos selecciones?”. Y retrucamos: “Dos, no; ¡cuatro!”. Y allá vamos…
En al arco no hay una opción descollante. Sergio Romero fue titular con todos los técnicos. Su mérito: no mandarse grandes macanas. Sin embargo, tiene problemas para la comprensión del juego. Rara vez anticipa las jugadas y, sobre todo, no elige las mejores opciones en el momento de salir limpio, más allá de sus limitaciones técnicas con los pies. Como no está bueno criticar sin aportar soluciones, acá van nuestros nombres: Guzmán, Rulli, Andújar, Marchesín y Andrada por si interesa apostar por la juventud.
Los laterales siempre van a ser un problema si se los compara con los de Brasil. En una época no muy lejana había que escarbar en el fondo de la olla para encontrar alguno potable. Tanto, que varios técnicos prefirieron improvisar a centrales en esa posición. Para el sector derecho, Gabriel Mercado es número puesto. Detrás, Casco, José Luis Gómez y, ¿por qué no?, Leonel Di Plácido, un chico de 23 años que juega en Atlético Tucumán. Maneja bien la pelota, es valiente y criterioso para pasar al ataque. Para el lado izquierdo, Vangioni, Rojo, Orban y, si se piensa en gente joven, Gabriel Rojas, de San Lorenzo. ¿Centrales? Tampoco hay dos cracks. Algunas de las opciones pero seguro hay más: Otamendi, Maidana, Cabral, Pinola, Mammana, Tagliafico, Ansaldi, Funes Mori…
El volante central de Sampaoli parece que debe tener buen manejo. Ahí están Banega, Pizarro, Paredes y Gago. Si en algún momento pretende un poco más de combate, Kranevitter. O la opción joven de Ascacibar.
Por la derecha podrían moverse Enzo Pérez, Biglia, Nacho Fernández, Montoya, Belluschi o alguno con pierna cambiada. Por la izquierda podrían estar Acuña, Di María, Gaitán, Mancuello o, la que parece una gran apuesta, el chico Merlini de San Lorenzo. Para enganchar o ser falso 9, ahí están Messi, Dybala, Lo Celso, Tevez, Driussi… Centrodelanteros hay de sobra: Agüero, Higuaín, Vietto, Pratto, Alario, Benedetto… Y para cualquiera de las dos bandas también hay material surtido: Angel Correa, Lautaro Martínez, Joaquín Correa, Lautaro Acosta, Pavón, Perotti, Papu Gómez, Rigoni. E incluso podrían intercambiarse con los volantes, sobre todos los de la izquierda, que son todos muy ofensivos.
El debate está abierto sobre los jugadores. Pero aunque nunca jamás vamos a poder comprobarlo, estamos seguros de que con mucho trabajo, con paciencia, con estilo y con el mismo técnico, Argentina podría competir con cuatro equipos diferentes muy dignamente.