Inentendible lo de Boca ante un planteo absolutamente lógico de River. ¿Qué iban a hacer los de Gallardo si necesitan descontar puntos? Buscar, ir, atacar, ser verticales. Boca no se enteró nunca durante todo el primer tiempo. No se enteraron los futbolistas y no se enteró el entrenador.
La idea de River fue buscar por el lado de Peruzzi, quien sufrió por su propia fragilidad y por la nula ayuda de Pablo Pérez, que por momentos pareció ser un espectador de lujo de cómo los rivales se divertían con su compañero. La facilidad con la que River se plantaba en la puerta del área en cada ataque fue sorprendente. Porque Boca nunca juntó líneas, no achicó para adelante ni para atrás. Y al cero concepto hay que sumarle algo peor: jugó con la misma intensidad que un equipo suplente en un entrenamiento contra los titulares que necesitan ganar para sumar confianza. ¡En un Superclásico!
River ya había avisado un par de veces antes de que el Pity Martínez empalmara de lleno un centro de Driussi que cruzó todo el área y, aún así, Peruzzi no fue capaz de darse cuenta de que la pelota lo iba a sobrar. Y también volvió a avisar River un par de veces más antes de que Alario pusiera el 2 a 0. River le avisó y le avisó.
Pero, lo dicho: Boca no enteró de nada durante todo el primer tiempo, que si terminaba 4 ó 5 a 0 no habría sorprendido a nadie. Paradójicamente acabó 2 a 1 porque Batalla calculó horrible un tirito de Gago que era para atajar con una sola mano.
A la vuelta, Batalla mostró la misma inseguridad y con un par de salidas apresuradas, de pronto, le dio vida a Boca. En realidad, la vida se la dio todo River, que decidió que el trabajo ya estaba hecho y se dedicó a esperar. Pero a esa altura ya se había ido lesionado Centurión y Boca no tuvo imaginación para entrarle a una defensa que tampoco ofreció demasiadas garantías. ¿Se puede decir que Batalla se redimió de sus errores con una doble tapada sobre la hora? En realidad, hizo lo que tenía que hacer: estar en el lugar correcto. Porque tanto Bou como Peruzzi definieron como si el gol no fuera un pase a la red sino un pelotazo al arquero. Fue otra muestra de la tarde de Boca.
Aunque iba a faltar la frutillita de Gago, que regaló la última bola de la noche. Ejecutó un tiro libre con destino de área (y ahí vemos qué puede pasar) con un apuro y una displicencia digna de aquel insólito primer tiempo (ni hablar de cómo volvió a ayudar…). Nacho Fernández agradeció el regalo y se lo sirvió a Driussi, que lo cambió por gol para bajarle el telón a un Superclásico que Boca entregó como, si los perseguidores se animan como se animó River, puede entregar un campeonato que ya estaba celebrando.