En el último partido fue más fácil de ver porque aunque Jamaica se le vino encima a Argentina, no generó peligro verdadero. Igual, ojo, porque cada centro cruzado que se pasea por delante de Romero es un mirame y no me toques. Decíamos que fue más fácil de ver que el bajón es general (¡conceptual!) y no hay que caerle tanto a la defensa. Como Paraguay y Uruguay tuvieron más de una muy clara, los de atrás estuvieron en la mira. Sin embargo, nunca más apropiada la frase que dice: “atacamos todos y defendemos todos”.
¿Cómo defenderían Messi, Pastore y Di María además de retroceder ocupando un espacio? Teniendo la pelota. ¿Hay acaso algún método más sencillo? Y con los jugadores que tiene este equipo sobran las posibilidades para jugar con la pelota. Todas las primeras partes de esta Copa América lo certifican: la pelota fue propiedad exclusiva del cuadro de Martino. Pero todos los segundos tiempos, Argentina arrancó perdiendo esa pelota. Y en los últimos 15, casi no la tocó.
Martino se agarra de la cuestión física. Es llamativo. ¿Cómo un equipo que bailó al compás de los movimientos de Argentina durante 45 minutos puede llegar al final más fresco que el que tuvo la pelota todo el rato? No cierra. La Selección se transforma, pierde la memoria… Y de pronto ya perdió toda la compostura. Se deprime. No hay más equipo. Es rezar para que no te metan goles. Hubo ratos del segundo tiempo contra Jamaica que parecía increíble que esos jugadores de celeste y blanco jugaran a eso que (no) jugaban.
El cambio de Pereyra por Pastore generó más confusión al lío. Más allá de que Pereyra no encaja en ninguno de las posiciones fijas del esquema del entrenador, Pastore era el que más la pedía y el que más la tenía. Pero el verdadero problema de esta Selección está cuando ataca. Esta vez, con un equipo de estas características, la frase de Messi suena a frase hecha: “Lo importante es que tenemos las situaciones”. Evidentemente, no alcanza. Argentina se preocupa por llegar al área rival con un prolijo desorden pero en el penúltimo y último pase parecen nublarse las ideas. Y que les pase a estos jugadores es muy raro.
¿Cuánto goles le metería el Barcelona a Jamaica? ¿Cuántos de Messi? Preguntas sin respuestas pero, si se pudiera, diríamos “muchos”. El primer tiempo pudo haber terminado 4 a 0. Entonces ahí hay un problema importante. No es falta de suerte, es algo de falta de puntería y es mucho de presión auto impuesta porque “este grupo necesita ganar algo”.
Y esa misma presión se vuelve a sentir cuando el partido de acerca al final y quedó sin definir. Los nervios se comen todas las convicciones. Romero la patea lo más lejos posible y no hay uno que la pueda aguantar. La pelota vuelve y vuelve. Nadie hace nada por el estilo, que dejó de importar cuando dejó de importar la pelota.