Gerónimo Rulli es una de las figuras y uno los sostenes de esta Selección. No sabemos si cuando declaró apenas terminado el partido tenía las pulsaciones hirviendo y se puso el casete sin pensar en lo que decía o, simplemente, el cuerpo técnico no les dio a sus futbolistas la información suficiente. “Si perdíamos nos íbamos para casa, con el empate seguramente también… era un partido de vida o muerte”, explicó el arquero. Es cierto: hay que ir partido a partido. No es una buena idea pensar en el juego siguiente sin haber resuelto el que se está jugando. Sin embargo, a veces, hay informaciones que pueden ser útiles. Aunque lo más probable es que Olarticoechea y sus ayudantes, tan concentrados en sacar adelante el partido con Argelia, no hayan pensado en los números. Para Argentina era casi lo mismo ganar por un gol que empatar. En ambos casos sólo le servía un resultado en el cierre de la primera rueda para pasar a los cuartos de final: ganarle a Honduras. Pero, ¿quién iba a pensar que eso era así cuando el Vasco mandó a la cancha a Romero (por Lo Celso) justo después de que Argentina encontrara el 2 a 1 en la única jugada con más de tres toques?
Retrocedamos unos minutos. El primer tiempo tuvo un aire al primer tiempo con Portugal. Un rival que jugó a tocar la pelota con sentido contra una Selección que sólo buscó a Correa y a Lo Celso para que ellos resolvieran con su talento, pero sin ningún apoyo colectivo. Es tan curioso como inexplicable lo de Argentina. Es un equipo que no juega para tener la pelota y tampoco es un equipo que ataca con mucha gente. Son cuatro para pensar en el área contraria y muy de vez en cuando se suma alguno de los laterales. Cabría pensar entonces que es un equipo que es fuerte en defensa. Tampoco. A la Selección le llegan de todas las maneras. Y si Argelia metió solo uno fue un poco por ineficacia, otro poco por tibieza/inocencia y un poco más por Rulli.
La justa expulsión de Cuesta demuestra lo inesperado de este equipo. Dos veces el capitán quedó mano a mano contra el único delantero rival. Las dos veces lo detuvo con infracción. Quizás la mejor decisión del Vasco en este torneo haya sido no tocar el equipo en el descanso y mandar a Martínez como central y que Ascasibar se bancara solo el mediocampo. Es una lección que el técnico debería aprender: ese doble 5 es un medio 5. Tanto Martínez como Ascasibar, cada uno con su estilo, se sentirían más cómodos sin repartirse la tarea. Ya veremos qué pasa contra Honduras…
Argentina salió al segundo tiempo con la clara idea de aguantar y potenciar aún más su sistema (¿sistema?): que Calleri la aguante, que Lo Celso haga lo que pueda y que Correa y Pavón corran y después vemos. En una de esas, Calleri fue a buscar a un defensor tras un pelotazo y la pelota terminó en Correa. El tiro cruzado más la complicidad del arquero le dieron a la Selección un 1 a 0 aliviador. Pero Argelia potenció su sistema también y con tanto toque y desborde por las bandas consiguió el empate. Y enseguida quedaron 10 contra 10. Y al toque llegó aquella jugada de la que hablábamos al principio entre Lo Celso, Correa y Calleri, que la terminó… Bueno, la pelota terminó en la red.
Fue ahí cuando Olarticoechea, con el cambio, decidió que había que resistir 25 minutos. Es verdad: Argentina no pasó grandes apuros y hasta pudo estirar la diferencia en un contraataque que Pavón eligió definir en vez de tocarle a Simeone. Había que sacar este partido y la Selección lo sacó. Así como ganó, por el desarrollo, pudo haber empatado o perdido. Entonces parece absurdo pedir desde acá que el equipo pensara en meter más goles en vez de en cuidar el empate. Sin embargo, las circunstancias pusieron a la Argentina en esa situación. Pero Argentina prefirió desperdiciar la información.