Bueno, ahora sí empezó el Mundial. Después de la pantomima símil amistoso en la que ayer Rusia goleó 5-0 al combinado de solteros y casados senior de Arabia Saudita, Uruguay le ganó un partido emocionante y muy difícil a Egipto en un duelo que tuvo intensidad y nivel de Copa del Mundo.
Los puntos sirven de alivio para Uruguay, al que le costó tomar protagonismo, sobre todo en el primer tiempo, que jugó de menor a mayor y al que beneficiaron los ingresos de Sánchez y el Cebolla Rodríguez: durante los últimos diez minutos se llevó por delante a un Egipto sacrificado y ordenado. El cabezazo de Giménez le dio cierta justicia a un trámite que había tenido un tiro libre en el palo de Cavani -el mejor de la Celeste-, una salvada bárbara del arquero al propio Edinson y tres (¡TRES!) situaciones claras de Suárez, un delantero acostumbrado a castigar cuando cuenta con apenas una, que estuvo lejos de su nivel y contundencia habituales.
Los de Tabárez estuvieron faltos de fútbol porque casi no tocaron la pelota sus mejores talentos. Ni Vecino ni De Arrascaeta se mostraron para juntar líneas. Y cuando no aparece vértigo ni cambio de ritmo por los costados, es difícil para Uruguay atacar al ritmo de un Bentancur, que la lleva al tranquito por el medio. Se lo vio un poco lento y demasiado confiado en que pudieran resolver el asunto los de arriba.
Lo resolvió uno de abajo, yendo bien arriba. Con un cabezazo a lo Uruguay. Quedó una victoria que será valorada y la noción de que la formación para continuar en Rusia es más parecida a la que terminó en campo que la que empezó.
Pero sobre todo, el partido debe haber dejado buenas sensaciones en el perdedor, que demostró lo que tiene pese a la derrota. Que se mostró como un equipo serio, que sabe agruparse en defensa (tienta decir: como un buen equipo de Cúper), que sabe lo que busca en la cancha y que mostró ciertos valores individuales muy altos en cuanto a técnica y orden táctico.
Por ejemplo, el 8, Tarik Hamed, una suerte de Xavi que se movió con prolijidad y con criterio en el medio para distribuir juego hasta que se tuvo que ir lesionado. O el 17, Elneny, siempre bien parado en defensa y con buen toque corto y largo por abajo. O el lateral derecho, Fathy, siempre atento para proyectarse. Brilló además el arquero, que cubrió bien un mano a mano con Suárez para salvarlo con la rodilla además de mostrarse sólido en general. Y el central Hegazy. Incluso mostraron cosas interesantes los dos puntas por afuera: Trezeguet y Warda.
En ese contexto, Egipto tuvo más la pelota durante buena parte del partido y le faltó desequilibrio en ataque. Le faltó gol. Le faltó, en suma, lo que puede aportarle el que no estaba. Porque le faltó Salah. Su estrella.
No está nada mal para el debut. Egipto sabía que podía perder un partido: era éste. Ahora deberá jugarse su puesto de clasificación a octavos contra la triste Arabia y una Rusia que pareció brillar básicamente por lo flojo de su rival.
Parece tener potencial como para lograrlo.