Guillermo Barros Schelotto arrancó como para no echar más leña al fuego después de que la Bombonera quedara en llamas por una noche durísima: derrota que complica la clasificación en la Libertadores, un par de groserías de su arquero reprochadas con silbidos, líderes que no aparecieron y un colectivo tibio y desorientado, empezando por su entrenador. Aunque el error de Rossi fue demasiado evidente, había motivos como no caerle sólo a él. Claro, el tema es que si no usaba al arquero como chivo expiatorio, Guillermo debía hacer una autocrítica profunda, empezando por él. Entonces el “hasta no hablar con él no voy a decir nada públicamente”, del técnico duró apenas un instante. Porque sin hablar con él (él es Rossi), enseguida tiró: “Está a la vista que cometió un error, y cuando un arquero comete un error es común que termine en gol”.
Lo que está a la vista es que Rossi no atajará más en Boca. Condiciones al margen, el arquero está superado por la situación. Que Buffon, que Marchesín, que Boca necesita un arquero, que podría haber venido Armani y Guillermo le dijo que no… El fútbol es confianza y a Rossi no se la dio nadie. Y así, con el alma rota, Rossi no dio la talla (ni el técnico por ponerlo). Si algo faltaba para terminar de liquidar la autoestima del arquero fueron los silbidos que le regalaron sus propios hinchas. Unos hinchas resultadistas, como todos, porque lo silbaron después de un horror, cierto, pero después de un horror que terminó en gol. En el primer tiempo Rossi se había mandado otro, pero como tuvo suerte y la pelota no fue a la red, ahí quedó el asunto. Sin embargo, el gol que se comió Rossi vale lo mismo que el gol que se comió Wanchope Abila. Pero lo grave para Rossi y para Boca es que sus errores no fueron técnicos sino conceptuales: patear con un hombre encima primero y no cabecear para el costado pero, sobre todo, no volver al arco después.
Hace pocas semanas Barros Schelotto bardeó a un periodista porque le marcó que Boca tenía problemas de arriba. Y Boca tiene problemas de arriba. Después de ganarle a Talleres y con la derrota en la final con River todavía fresca, Guillermo declaró a los gritos: “No nos supera nadie”. Y a Boca lo están superando unos cuantos. Lo peor es que el técnico parece superado por la situación. Y así como las decisiones del entrenador no ayudan al plantel, las decisiones desde afuera tampoco ayudan al entrenador.
Hace unos días está circulando un rumor: Angelici le habría pedido a Sebastián Battaglia que se vaya curtiendo como entrenador para prepararse para Boca. “Si agarrás Almagro, lo hacemos ascender”, habría sido la táctica de seducción del presidente. Y, creer o reventar, Almagro está a una victoria de ascender. Si el rumor nos llegó a nosotros, seguro que también le llegó a Guillermo. Y así como no lo están cuidando a Rossi, tampoco lo están cuidando a Barros Schelotto. Porque anoche, con el 2 a 0 de Palmeiras, las cámaras enfocaron, creer o reventar, a Battaglia en uno de los palcos de la Bombonera.