“Tenemos que hacer un partido inteligente”, dijo Bauza en la previa. ¿Algún entrenador querría que su equipo haga un partido tonto? Obvio: ninguno. Pero lo de “partido inteligente” es la muletilla de moda para no hablar de cómo vamos a jugar sino de que vamos a tratar de sacar “un buen resultado”. Más o menos vino a reemplazar al “ganar como sea”.

lame350¿Cómo pretendía ganar Argentina en Venezuela? Los cambios, a veces, dicen mucho. Si salen dos delanteros puros y con muchísimo gol, como Messi y como Dybala, y entran Banega y Lamela, se puede sospechar que salir a atacar en Venezuela no es la primera opción. Pero si la Selección va a la cancha con Mascherano, Biglia, Banega, Lamela y Di María se podría apostar a que Argentina va a jugar a tener la pelota. Y a partir de la posesión, y con paciencia, tratar de llegar al gol. Lo primero, que era una sospecha, no sucedió. Lo segundo, que era una obviedad, tampoco.

En el primer tiempo, para atacar, Argentina se pareció a un equipo en una sola jugada. A los 15 minutos. Después de toques surtidos y con sentido, la acción terminó con un tiro de Banega que salió cerca. Nunca más volvió a encontrarse la Selección. Porque el control de la pelota no fue de nadie. No era el plan de Venezuela; y Argentina, en ese afán de “no hay que regalar nada”, evitó salir jugando y Romeró lanzó todo a dividir. El plan de Venezuela fue partir a su equipo en dos. Seis para defender y cuatro para atacar. Con esos cuatro supo armar dos jugadas y tuvo una efectividad perfecta.

Y a partir del 0-2, con Argentina urgida de goles, podemos empezar a discutir el plan inicial del entrenador. Primero se fue Lamela (demostró estar un poco verde para asumir responsabilidades de entrada) e ingresó Correa. Después salió Biglia (a los 5 minutos todo el mundo sabía que sobraba) y entró Alario. Y, finalmente, Gaitán reemplazó a Rojo. Pero, más allá de los cambios, la Selección fue un equipo con decisión recién cuando estuvo dos goles abajo. Le alcanzó para empatar aunque le sobró para demostrar las diferencias que hay entre un cuadro y el otro. Sin embargo, últimamente es más fácil decir que el fútbol se emparejó y que todos los partidos son difíciles en vez de plantarse en cualquier cancha y salir a jugar con la misma actitud que se juega cuando se trata de remontar un resultado. Claro, eso no sería hacer un “partido inteligente”.