Hay que empezar por los goles. Argentina no sabe cómo meterlos… La Selección buscó por casi todos los caminos posibles en el primer tiempo. Con un pase al vacío de Mascherano para una gran diagonal de Icardi… Pero sin terminación. Con una triangulación entre Messi, Di María e Icardi… Pero sin terminación. Con la individual de Di María y su centro para Icardi… Pero sin terminación. Con un desborde de Acosta por la otra banda, el centro atrás como indican los manuales para Banega… Pero sin terminación. Y hasta con la media distancia de Messi al final, que el arquero mandó muy bien al córner…
Está clarísimo que la Selección tiene un grave problema con el gol. Ahí están los números para corroborarlo: antes de empezar el choque con Venezuela, el promedio era de un gol por partido. Sigue igual. Y ni hace falta enumerar los delanteros de primer nivel que tiene el equipo. Pero, sin embargo, también está ahí la lista de los atacantes que van pasando y pasando: Higuaín, Lavezzi, Agüero, Pratto, Icardi, Benedetto, sólo por nombrar a los 9. ¡Seis delanteros! Seis delanteros que valen millones y, entre todos, apenas metieron cuatro goles: dos de Pratto, uno de Higuaín y otro de Lavezzi. Sólo Bolivia tiene menos goles a favor en estas Eliminatorias: 14 contra 16. Mejor ni pensar en los 38 de Brasil…
En lo que sí hay que pensar, pero pensar en serio, es en lo que sucedió en el segundo tiempo. ¿Puede ser sólo futbolístico? ¿Puede un equipo jugar desesperado cuando recién empieza el segundo tiempo contra el último de la tabla? Puede. Argentina lo hizo. Y Venezuela pasó a ganar antes de que Romero pudiera atajar una pelota. ¿Y entonces cómo empató un equipo al que no sale el gol? Obvio: con un gol en contra. Los murmullos del Monumental se acallaban pronto. Tenía casi un tiempo entero Argentina para mostrarse como un equipo. Pero lo que mostró fue tan preocupante que no es ilógico pensar que la clasificación para Rusia esté en peligro. Después de lo de Uruguay, ¿quién no decía “goleamos a Veneuela y listo”? Sin embargo, esta Selección no es confiable. Porque no hay equipo y, salvo las excepciones de los nuevitos Acuña y Acosta, cada uno quiso salvar las papas solos. Y así están cerca de hundirse todos. ¿Es culpa de Sampaoli? ¿De Bauza? ¿De Martino? La verdadera culpa hay que buscarla en por qué Argentina necesitó tres entrenadores para una Eliminatoria.
Los entrenadores, después de una victoria inmerecida, suelen decir que es más fácil trabajar y mejorar desde el triunfo que desde la derrota. Quizás, la única solución para Argentina sea un buen golpe para de verdad empezar de nuevo. Hay que hacer cirugía mayor, ya lo decíamos cuando Chiqui Tapia fue a buscar a Sampaoli para reemplazar a Bauza. ¿Y qué mejor golpe que quedar afuera de un Mundial después de 48 años? Los jugadores están ayudando, los técnicos también, los dirigentes más… En este quilombo general, la hazaña es posible.