Uno es desconfiado por naturaleza. Y por eso, después de los triunfos de River ante Rosario Central y Godoy Cruz, daba para pensar que estábamos frente a una lluvia de verano. Es decir, algo de aire fresco para paliar este calor sofocante que es el fútbol argentino. Nos dijimos en aquel momento, y lo recuerdo perfectamente, si River confirma contra Defensa y Justicia y San Lorenzo, entonces sí hay que prestarle atención.
Y River no sólo confirmó, sino que además profundizó la propuesta ofensiva, jugando mano a mano contra rivales que, por momentos, le proponían exactamente lo mismo. Porque digamos que una cosa es hacerse el guapo e ir al frente ante adversarios que se defienden y renuncian a atacar y otra muy diferente, como lo hizo ante Defensa y San Lorenzo, es ir a buscar a equipos que tratan de hacer exactamente lo mismo.
Esta más que claro que para confirmar que este River de Gallardo puede escribir una página interesante del fútbol argentino hay que esperar algo más que cinco fechas. Pero también es verdad que si nos sentamos siempre a esperar el futuro, jamás vamos a disfrutar el ahora, las buenas actuaciones que está entregando, la propuesta que rejuvenece a un fútbol argentino muchas veces detenido en el tiempo.
Digamos también, para ser justos, que un par de equipos han tratado de imponer este tipo de propuestas en el pasado reciente. Diego Cocca y Matías Almeyda con Defensa y Banfield en la B Nacional y Jorge Almirón con Godoy Cruz en Primera, todos en la temporada pasada. Franco insiste en este torneo con la propuesta en Defensa pero vamos a ver cuánto le dura a partir de los malos resultados que está cosechando y Almeyda se mantiene con la idea en Banfield. Cocca y Almirón, por ahora, son más conservadores y parecidos al resto en Racing e Independiente, sus nuevos equipos.
¿De qué se trata concretamente esta propuesta de River? De ir a buscar con presión asfixiante en el campo adversario a los rivales y, por lo tanto, correr el riesgo y quedar mano a mano en el fondo con los delanteros adversarios.
Cuando no tiene la pelota, River arma un dibujo 3-4-1-2 y cuando se la apodera todo cambia vertiginosamente a un 2-1-4-3 y los artífices de estos movimientos son Mercado, Vangioni, Kranvitter, Carlos Sánchez y Rojas, quienes se desdoblan en dobles funciones novedosas para el fútbol local.
Cuando River no tiene la pelota, la línea de tres se arma con Maidana, Kranevitter y Funes Mori, con la colaboración externa de Vangioni y Mercado e interna de Sánchez y Rojas en la mitad de la cancha. Pisculichi queda flotando delante de sus compañeros para hacer sombra, mientras que Teo y Mora sólo arriman a los defensores visitantes.
Cuando River controla la pelota, Mercado y Vangioni pasan al mismo tiempo pero buscando diagonales, mientras que Rojas y Sánchez casi se transforman en punteros. Pisculichi es el encargado de bajar el ritmo de cien a ochenta kilómetros por hora y Teo y Mora (con algún externo que llega vacío) quedan la para última puntada.
Por ahora, y especialmente por lo sorpresivo, el sistema está funcionando a la perfección, porque la mayoría de los rivales quedan estupefactos ante la presión en la mitad de la cancha y no terminan de entender cómo hacer para romper ese acoso. San Lorenzo lo pudo hacer una sola ver, al comienzo del partido, cuando robó la pelota en la mitad de la cancha, contraatacó y convirtió su único gol. Ahí, en esa jugada, se ve tal vez algo que le falta al sistema de Gallardo: aprender a achicar hacia adelante para, en caso de quedar mal parado, buscar el off side de los rivales.
Digamos que Banfield, con otro talento de sus jugadores, hace más o menos lo mismo que River, con el agregado de que lo está poniendo en práctica desde hace un año. Dos centrales (Noguera, Bianchi Arce o Devaca o Jorge Rodríguez) y Nicolás Domingo forman la línea de tres que juega mano a mano, mientras que Toledo y Bettini son los marcadores de punta que van hacia adelante todo el tiempo y simultáneamente. El sistema es todavía más audaz que el de River ya que Cazares juega como Pisculichi y Noir, Salcedo y Chetti son delanteros netos. El único que queda para la contención es Erviti, quien cumple la doble función de Rojas y Sánchez ayudado por Domingo, quien baja y sube como un pistón de acurdo al lugar en donde esté la pelota.
Como siempre, de los resultados que se obtengan de acá en más, se verá la suerte de esta idea, de este concepto. Por ahora sólo nos queda una opción: disfrutarlo mientras dure.