El Mundial está acá a la vuelta y Argentina no tiene equipo. Un poco por los malos manejos de la AFA, que vivió a los volantazos hasta lograr la clasificación, y otro poco porque ningún futbolista hizo demasiado para ganarse un puesto. Es la realidad y hay que asumirla. Por eso, aunque parezca extraño seguir probando a esta altura, a Sampaoli no le queda otra.
Si hoy hiciéramos una encuesta con todos los futboleros argentinos, seguramente no habría unanimidad en 9 de los 11 titulares. Los dos seguros serían (son): Messi, por razones obvias, y Otamendi. Entonces, ¿cómo no va a ensayar el entrenador? Está claro que el tipo tiene sus gustos definidos y ve bien a jugadores sin tanto cartel. Lanzini es el mejor ejemplo.
Una buena noticia es que Sampaoli acomodó los tantos: el inodoro en el baño y la heladera en la cocina. Eso va por Tagliafico y Bustos. Aunque ninguno tuvo una actuación descollante, a ambos se le notó la pasta de laterales. Con Rojo y Funes Mori con poquito fútbol encima, no sería mala idea darles confianza a Tagliafico y Bustos. Que ya va siendo hora…
¿Se puede cambiar de arquero a mitad de camino? Sí, por qué no. ¿Romero es considerado titular para Sampaoli? Probablemente no. Y acá no entra en juego la inactividad de Chiquito, sino su estilo. Romero es limitado con los pies y toma decisiones incorrectas a la hora de pasar la pelota. Es decir: sólo es un buen arquero abajo de los palos. Y eso, para el fútbol moderno, que es también el que pretende jugar Argentina, es un arquero con falencias. Caballero demostró todo lo contrario. Desde el primer minuto de partido. Fue valiente y efectivo. Pasó la pelota y se ofreció siempre como recepción. Ordenó. Cuando los centrales estuvieron tapados (exigente esa presión inicial de Italia), les gritó a Lo Celso y a Paredes para que bajaran a pedirla. Con opciones de pase, técnica y valentía, la salida limpia tiene que funcionar. Y con ensayo, por supuesto, como definió Otamendi al final del partido ante el elogio de un periodista: “Con Pep (Guardiola) estamos obligados a aprender sí o sí”. En eso anda la Selección también. La mejor noticia es que se animó. Pero ojo: lo de Caballero no se quedó sólo en su juego con los pies. Willy respondió cada vez que Italia lo exigió y en el segundo tiempo fueron varias. Seguro en los remates de media distancia y rápido e inteligente para achicar cada vez que la situación lo ameritaba. Para nosotros, Caballero no sólo se ganó un lugar en la lista sino también entre los titulares.
Con poco tiempo por delante, se podría decir lo mismo de Fazio. Buen entendimiento con Otamendi. Y lógico: su equipo, la Roma, también es de los que intenta salir con la pelota limpia. Entonces el ex Ferro está acostumbradísimo a hacer lo mismo que quiere Sampaoli. Ya dicho lo de los laterales, el fondo en general puede celebrar esta victoria contra Italia.
En el medio ya empieza el quilombo. Pese a un par de errores puntuales, Paredes tiene más recursos que Biglia, aunque quizás el hombre del Milan le saque una ventaja por su experiencia, algo que para en un Mundial pesa. De los más adelantados, muy bien Lanzini y bastante bien Lo Celso, sacrificados y jugadores casi en la misma proporción. El ratito de Banega puede ilusionar, pero si recordamos lo que sucede cuando juega de entrada, hay que tomarlo con calma.
¿Y Di María? Un caso Di María. Evidentemente, la indicación para él es “cada vez que puedas, encará”. Fue el hombre desequilibrio en el primer tiempo. Esa parte la hizo muy bien, pero a la hora del pase final otra vez quedó en deuda. Sin embargo, en las dos veces que no se empecinó con la jugada imposible regaló las dos mejores opciones del primer tiempo: la abrió bien para un zurdazo de Tagliafico que tapó Buffon y con un pase magnífico dejó solo a Higuaín, que tampoco pudo con su compañero de la Juventus.
A Higuaín hay que organizarle urgente un amistoso contra Andorra o San Marino. Y que meta diez goles. Con la jerarquía que tiene (por si hacía falta la mostró en cómo manejó el contraataque del segundo gol) es obvio que lo suyo con la Selección es mental. Necesita un gol ayer para sacarse una mochila de encima y jugar más relajado.