Listo. Ya se puede respirar. Argentina va a estar en el Mundial. Como corresponde. Por la historia, por la jerarquía de sus futbolistas, porque es uno de los cuatro mejores equipos del continente aunque no siempre lo haya demostrado en los números y, obvio, por Messi. Por Messi, por Messi y por Messi. Pero no por este Messi que le metió tres a un Ecuador B sin ninguna motivación sino por el Messi de siempre.
No nos olvidemos de que Lionel llegó a renunciar a la Selección hastiado por las circunstancias. Aunque nadie se creyó del todo aquella renuncia, tuvo que viajar Edgardo Bauza a Barcelona para charlar con él y convencerlo para que volviera. ¡Qué lejos quedó Bauza!
Son justamente esas cosas las que no hay que olvidar. Hoy, mañana y toda la semana serán tiempos de lógicos festejos. A partir del lunes sería bueno que los responsables del fútbol argentino se hagan todos los replanteos posibles. De que se acuerden de todo lo que pasó para no cometer los mismos errores. No hay que olvidarse de que este ciclo lo empezó Gerardo Martino, elegido por Julio Grondona y presentado por Luis Segura por razones obvias. No hay que olvidarse de que a Bauza lo presentó Armando Pérez. Y no hay que olvidarse de que pocos meses después, Chiqui Tapia echó al Patón y fue a buscar a Sampaoli. Todo sucedió en menos de dos años. Es de esperar que con Argentina en el Mundial, sirva esa frase futbolera que habla de que es más fácil corregir los errores en la victoria.
Porque en la cancha los errores los corrige Messi. Es verdad que con Messi todo es más fácil pero no hay que quitarle mérito a Sampaoli, un técnico que llegó para apagar un incendio, con todo para perder y nada para ganar. Un tipo que tuvo que soportar críticas por “kirchnerista” o porque le gustan los Callejeros. Ese tipo, en el medio de la desesperación de todo un pueblo, mantuvo el temple para, con muy poco tiempo, tratar de buscar el mejor equipo posible. Y el mejor equipo posible pasaba por rodear bien al crack. Intentó con Banega, probó con Pastore, quiso con Gago y finalmente lo encontró a Enzo Pérez, que demostró que no era muy complicado dársela redonda al 10. Di María es otro mérito de Sampaoli. Así como lo sacó contra Perú ante tanto desconcepto, consideró que podía ser útil en la altura de Quito y acertó. Fue Di María el que le devolvió una pared a Messi como se la devuelven en el Barcelona para que Messi la metiera como en el Barcelona. Con compañeros como los del Barcelona, es lógico que Messi sea el del Barcelona.
No tiene muchos misterios el fútbol. Si a la Selección le faltaba gol, el hombre con más gol debía jugar lo más cerca posible del arco rival. ¿Cuántos metros corrió Leo para meter los tres goles? Poco y nada. Porque estaba ahí, donde debía. Y desde ahí, Messi puso a la Selección donde debía estar: en Rusia. Ahora será tiempo de volver a la misma humildad que antes de este partido, en donde la angustia por no conseguir el objetivo le hacía pensar a la gente que podía ser un partido chivo. No estuvo ni cerca de serlo aunque a los 45 segundos Ecuador estuviera ganando. Pero si este partido parecía chivo y Argentina lo resolvió así, que sirva de lección. Porque a Venezuela y a Perú como local les iba a ganar caminando y no sucedió. Entonces, la humildad es una buena compañía. ¿O acaso ya no nos empezamos a creer que Argentina va a ser campeón del mundo?