El 6 de agosto de 2013, a Mohamed Salah lo obligaron a viajar a Israel. Nacido en el pequeño pueblo de Najriij (gobernación de Gharbia), quien ya es considerado como el mejor futbolista egipcio de la historia convivió desde su infancia con los refugiados de Gaza. Egipto es la nación que mayor cantidad de víctimas de la guerra entre Israel y Palestina cobijó y, más allá de que desde 1979 es uno de los dos países árabes que ha firmado la paz con Israel, gran parte de la opinión pública está a favor del estado palestino y considera a Tel-Aviv sede de una entidad política agresora e invasora.

Cuando el sorteo de la fase previa de la UEFA Champions League 2013/2014 enfrentó al Basel de Suiza con Maccabi Tel-Aviv, el joven Mohamed, de 21 años de edad, supo que se vendrían días difíciles, en los que su responsabilidad deportiva chocaría con sus creencias. El partido de ida se disputó en el estadio St. Jakob Park de Basilea. En el momento de los saludos protocolares entre ambos equipos, la figura del cuadro suizo decidió acercarse al banco de suplentes para cambiar sus botines. Así, evitó el contacto ceremonial con sus colegas isarelíes. Luego, participò de la jugada del único gol del encuentro, el de Valentin Stocker en el primer tiempo.

Mohamed Salah festejo BaselUna semana más tarde, llegó el momento de la perturbadora excursión. Al principio, Salah y su compatriota Mohamed Elneny se habrían negado a viajar porque sentían que poner un pie en el aeropuerto Ben Gurion de Tel-Aviv era una forma de darle legitimidad al estado israelí. Por supuesto, la dirigencia de su club y de la UEFA no les permitió la negativa y ambos estuvieron en el choque de vuelta. “El club me dijo que si no íbamos recibiríamos una sanción muy dura y tendríamos muchos problemas. Así que fuimos y por suerte pude anotar”, declaró tiempo después.

Muchos deportistas de estados musulmanes se niegan a competir frente a adversarios israelíes y por eso tanto la Selección de ese país como los clubes pertenecen a la UEFA y no a la Federación asiática. El pensamiento de Salah y Elneny se replica en cientos de futbolistas, pero pocas veces con la notoriedad de estos nombres.

En la previa del partido, Salah no pudo evitar el saludo, pero lo hizo a su manera. En lugar de darle la mano a los futbolistas de Maccabi, chocó su puño contra la palma de ellos, en una imagen que recorrió el mundo. Por supuesto, la hinchada local lo insultó y silbó desde incluso antes del comienzo del juego y eso le dio todavía más valor a su gol a los 21 minutos de la primera etapa. En el festejo, hizo un rezo musulmán en el césped y señaló a la tribuna de Maccabi, recocida por el conservadurismo de sus simpatizantes. Con el egipcio como figura, Basel empató 3-3 y logró el pasaje a la siguente fase.

Hoy, el mundo entero habla y se rinde ante uno de los candidatos a ganar el Balón de Oro, un hombre con un origen muy diferente al de sus competidores. Desde que comenzó su éxito en Europa, Mohamed ha repartido su fortuna con sus coterráneos. Literalmente. Hace pocos meses pagó los gastos de 70 bodas de su pueblo, además de la donación de dispositivos contra el cáncer, la construcción de un instituto religioso, un hospital y diversos tipo de obras de infraestructura.

En las últimas elecciones nacionales, Mohamed Salah fue “votado” por más de un millón de personas. Aunque por supuesto no estaba registrado como candidato, el pueblo egipcio anotó de puño y letra su nombre en las boletas. No es muy difícil entender por qué.