Llegan noticias desde los Estados Unidos que parecen confirmar, otra vez, que la supuesta igualdad entre los sexos se limita a un par de gestos formales y un puñado de buenas intenciones, políticamente muy correctas. Mientras hablamos de dinero las cosas no terminan de cambiar. Si se trata de contar billetes las mujeres, por mucho mejores que sean, siempre van a recibir menos papeles de colores.
Cinco jugadoras de la selección de fútbol de ese país, vigente campeón mundial y olímpico, las capitanas Carli Lloyd y Becky Sauerbrunn, la mediocampista Megan Rapinoe, la goleadora Alex Morgan y la arquera Hope Solo, presentaron hace unos días una demanda ante la Comisión de Oportunidades e Igualdad en el Empleo, una agencia federal que protege los derechos civiles en ámbitos laborales, contra su Federación, la U.S. Soccer, por discriminación salarial.
No se trata de cinco minitas a las que les gusta ponerse cortos los fines de semana, como podría pensar alguno. Son figuras del fútbol femenino a nivel global, con fanátic@s en todos los continentes. Lloyd, por caso, acaba de recibir el Balón de Oro de la FIFA en la misma gala que Messi. Hagan la prueba de pensarlo al revés para dimensionarlo, Lionel reclamándole a la AFA que Florencia Quiñones gana mucho más que él, para darle nombres a una metáfora local.
Está claro que es un problema que se repite en todos los ámbitos laborales. No es propio del deporte ni del fútbol. Hace poco, la discusión se dio también en el mundo del tenis y enfrentó a Novak Djokovic con Serena Williams. Pero quizás en ningún otro lado encontremos un mejor ejemplo de disparidad que en este de las selecciones de fútbol de EEUU.
“Los números hablan por si mismos. Somos las mejores del mundo, tenemos tres Mundiales y cuatro campeonatos olímpicos, pero ellos reciben más solo por aparecer en el campo que nosotras por ganar campeonatos”, lamentó Solo. La arquera, infinítamente más mencionada en los medios por su belleza que por sus habilidades futbolísticas, platea una cuestión central: ¿Los deportistas deben cobrar según su productividad deportiva o económica? ¿Por los títulos que ganan o por los dólares que generan?
Las jugadoras, en representación del resto del mejor equipo del mundo en la actualidad, denuncian que su situación es injusta en ambos casos. Dicen que cobran apenas un 40% de lo que ingresan sus pares masculinos, un seleccionado de segundo orden a nivel internacional. Y que en el último año recibieron cuatro veces menos pese a que generaron cerca de 20 millones de dólares más que ellos en ingresos para la Federación.
Lloyd y compañía afirman que su bono por ganar el Mundial es de 75 mil dólares mientras que en el (improbable) caso de los hombres el premio sería de 400 mil dólares. Podríamos pensar que se trata de un incentivo, el fútbol masculino de EEUU apenas llegó a 4tos de final en mundiales -salvo la excepción amateur de 1930-. Pero en realidad ellos cobran más y punto. Después de cada amistoso los hombres se llevan en el bolso mínimo 5 mil dólares. Si ganan pueden agarrar más de 17 mil. Las pibas, en cambio, reciben 1350 dólares pero únicamente en caso de victoria.
“Los números hablan por si mismos. Somos las mejores del mundo, tenemos tres Mundiales y cuatro campeonatos olímpicos, pero ellos reciben más solo por aparecer en el campo que nosotras por ganar campeonatos”, lamentó la arquera Hope Solo.
La Federación respondió con un raquítico comunicado en el que dicen estar “decepcionados” con las jugadoras pero “orgullosos” por su compromiso de tres décadas para impulsar el deporte femenino en Estados Unidos. Se espera que cuando contesten, finalmente, a la acusación se escuden en que el negocio del fútbol masculino genera más ingresos, FIFA también discriminaría entre hombres y mujeres parece, y que por eso los salarios masculinos son más altos, independientemente de sus logros.
Pero el reclamo de las chicas hace foco, sobre todo, en lo que las dos selecciones producen dentro de los Estados Unidos. La consagración de las yanquis en la Copa del Mundo de 2015, en Canadá, es la prueba más contundente. El 5-2 ante Japón se convirtió en el partido de fútbol más visto en la historia de la TV local, con 25.4 millones de telespectadores. La marca anterior, de 1999, también era del femenino, cuando la selección capitaneada por Mia Hamm ganó el Mundial en Pasadena, con el récord de público como aditivo.
“Hemos sido muy paciente en los últimos años, con la esperanza de que la federación terminaría haciendo lo correcto y nos compensaría de manera justa”, dijo la capitana Lloyd. Esta demanda es el último de una seguidilla de cruces entre el plantel y la U.S. Soccer. Las chicas ya reclamaron en otras oportunidades que los hombres tenían mejores sueldos, condiciones de viajes y alojamiento, campos de entrenamiento, etcétera. Y se da ahora, a meses del inicio de Río 2016, seguramente para negociar en mejores términos los premios por la defensa del título olímpico.
“Es el mayor caso de discriminación contra mujeres atletas que vi en mi vida”, dijo el abogado de las futbolistas. En diálogo con New York Times afirmó que si la demanda prospera la Federación podría estar obligada a pagar millones de dólares en compensaciones, a ellas cinco o incluso a todo el plantel. Nosotros no tenemos muchas esperanzas. Lo más probable es que les digan algo así como “cállense vaginas vigilantes, bastante que las dejamos jugar”.