No hay demasiado misterio: la selección de Camerún se desplazó hacia su primer entrenamiento en la ciudad de Vitória sin darse cuenta de que dos de sus jugadores habían quedado en el hotel. Fueron el defensor Cédric Djeugoue y el delantero Fabrice Olinga, que no deben andar con la autoestima demasiado alta en este momento.

Hay que decir que el seleccionado africano venía de un conflicto bastante severo con su Federación, que puso en riesgo su participación en el torneo. Los jugadores discutieron los premios que recibirían por cada partido hasta poco antes de abordar el avión que los trajo hasta Sudamérica. De hecho, dejaron que se fuera el primer avión que debían abordar, pese a que había una multitud de hinchas intentando convencerlos de que se subieran.

Como producto de esa situación, “Los Leones indomables” -buen apodo, aunque un poco exigente- habían llegado a Brasil doce horas después de lo previsto. Y si llegar a la sede con atraso por la discusión de sus condiciones de salarios pareció al menos inoportuno -aunque no inédito, ya había pasado algo similar en 2002-, abandonar a Cedric, jugador del Coton Sport, y a Olinga, figura del Zulte Waregem belga, debe haber sido un poco peor.

Lo más lindo de toda esta cuestión es que la noticia fue comunicada de manera oficial por los delegados del plantel, que deben haber tenido una de las tareas más complicadas de su vida.

Nos imaginamos al DT alemán Volker Frinke contando jugadores: 19, 20, 21… 21, ¿21?

Por lo pronto, Camerún debuta contra México. Y puede que no juegue Eto’o. En una de esas lo reemplaza alguno de los que no fue a entrenarse.