Posiblemente la historia más famosa en el clásico rosarino entre Newell’s y Rosario Central sea aquella increíble semifinal, en el Monumental, por el Nacional ’71. El día que disparó el cuento más genial de Fontanarrosa y fundó una mitología inabarcable. El día de la palomita de Aldo Pedro Poy.
De hecho, De Rienzo fue el defensor que quiso cerrar a Poy en la jugada que terminó con el único gol del partido y que se metió en la historia rosarina para bien y para mal. Quiso, pero no llegó: resultó el jugador más cercano a la pelota y al rival durante el cabezazo, y su figura con la camiseta número 4 quedó grabada en esas fotos que cada hincha de Central le muestra a sus hijos y a sus nietos. En aquella imagen, el pobre defensor no es más que el enemigo vencido: De Rienzo arrastró ese papel hasta el final de sus días.
El hombre falleció hace algunos años en un accidente automovilístico y sin ganas de hablar de fútbol. Apodado “Zapela”, jugó en Newell’s entre el ’68 y el ’71. Era el lateral derecho de un equipo conocido más que nada por su delantera: Montes, Zanabria, Marcos, Obberti y Becerra. Jugó 89 partidos para el club, antes de pasar a Huracán y Chacarita.
Lo más curioso llegó después del partido. Se trata de una fábula conocida en Rosario y repetida por el folklore popular: esa noche, el futbolista sentía fuertes dolores abdominales y fue llevado al sanatorio Carrillo. Tenía apendicitis. Entre los médicos que lo operaron, había uno que era fanático de Central. Y tuvo una idea.
El apéndice de De Rienzo, “órgano más cercano al gol de Poy”, fue conservado en formol por la OCAL.
En lugar de desechar el apéndice, como suele hacerse tras esas intervenciones, el doctor canalla decidió guardarlo en formol. Lo puso en un frasco y lo donó a la OCAL, ex Organización Canalla Anti Lepra que hoy se llama, de manera un poco más civilizada, Organización Canalla para Latinoamérica.
“Era el órgano más cercano a la pelota en el momento del gol. Tiene que ver con algún recuerdo que todo centralista quiere tener de ese partido. Como cortar el césped, guardar una media de un jugador, una pelota no devuelta por la tribuna”, explicó tiempo atrás un miembro de la organización.
El frasco, que se conserva en el museo de la OCAL, luce una etiqueta que cuenta con algunos problemas de redacción y dice, literalmente: “Apéndice del jugador De Rienzo, por donde, a 20 cm. de la misma, pasó la pelota impulsado por Aldo Pedro Poy de ‘palomita’, convirtiéndose en el gol con el cual Central elimina a N.O.B. el 19 de diciembre de 1971”.
La carrera completa de De Rienzo como futbolista duró 183 partidos. Cinco años. Después vivió de manera sencilla en Arroyo Seco. Consultado por el diario Olé, hace algunos años, prefirió no hablar del mentado clásico contra Central: “Se hizo mucha historia de todo eso. Aquel fue solamente un partido de fútbol que se perdió. No hay nada más para agregar”.
Según sus amigos, era un tipo de perfil bajo, amante de su pueblo. Los diarios pasaron su muerte de largo y apenas algunos sitios de Internet mencionaron el accidente fatal. En la página de Facebook del Arroyo Seco Athletic le dedicaron el siguiente párrafo, que puede valer como homenaje: “Su lealtad hacia los amigos y al terruño lo hicieron un hombre feliz, que además ahora gozaba con las gambetas de su nieto. Nunca se la creyó. Era una persona más dentro de un ámbito familiar para él. No utilizó sus contactos y relaciones para seguir vinculado al fútbol grande. Era feliz en su Arroyo y muy cerca de allí la muerte lo sorprendió agazapada en un puente”.
NdE: Este artículo fue publicado originalmente en el número 62 de la revista Un Caño, agosto de 2013.