El gol que le hizo Fabián Sambueza a Vélez el viernes pasado, para concretar la victoria de Temperley, levantó un pequeño debate en la redacción. El diez del equipo celeste reaccionó rápido en un rebote, cuando la pelota voló directamente hacia su cabeza, y ejecutó una pequeña acrobacia que le permitió tirar la bola de emboquillada por sobre el arquero rival. Fue el 2-1 que significó la victoria para los suyos.
La discusión llegó por la resolución final. “Golazo”, dijeron algunos. “Repentización”, agregaron, eruditos. “Demostró reflejos con un gesto técnico de gran calidad”. Otros se aferraron al escepticismo y declararon: “Le salió de casualidad”. “La pelota se le vino encima y se la sacó como pudo. Entró de pedo”, arguyeron, científicos. Les dejamos el tanto de la discordia, para que puedan arribar a su propia conclusión.
Parecía uno de esos dilemas futboleros de café de imposible resolución. Creímos que iba a dar para una discusión larga, ilustrada con ejemplos internacionales y jugadas que alguna vez se hicieron en Quilmes del año ’55 o Atlanta del ’43. Nunca pensamos que llegaríamos a una respuesta certera durante ese mismo fin de semana.
Resulta que el propio Sambueza, tras el partido, contó que durante la mañana del viernes habían practicado meter la pelota con la cabeza en un aro de básquet, durante un entrenamiento previo al partido nocturno. Acá la anécdota en el programa Paso a Paso, de TyC Sports (desde los 3 minutos 9 segundos del siguiente video):
“Nos estábamos acordando con los chicos que, jugando hoy a la mañana, haciendo un movimiento, estábamos tratando de meterla al aro de básquet, con la cabeza, con el pie… Y justo me quedó. Ahí en la ducha se acordaban de eso”, relató Sambueza, con una pasmosa naturalidad para alguien que tuvo la suerte de encontrar en pleno partido la replicación exacta de un ejercicio recreativo que hizo ese mismo día.
Como para no acordarse. Y como para no zanjar la discusión de redacción. En Un Caño dictaminamos: si no quiso definir así, al menos el entrenamiento previo le habrá sido útil para automatizar el recurso. Cuando se le presentó esa acción en la que el tiempo apremia, con milisegundos para tomar una decisión, Sambueza tenía fresco qué hacer. Es decir: la acción certera fue fruto de cualquier cosa menos de la casualidad.
Pero ya estábamos lanzados en la chicana, por supuesto, y terminamos agregando un par de jugadas más al repertorio para ver si podíamos convencernos mutuamente de algo, de cualquier cosa. Por ejemplo, esta gambeta de Neymar, que se da tras parar una pelota con la planta del pie -y que llegó a nosotros gracias a la participación inesperada de un cronista de nuestra brasileña revista amiga Córner-, ¿es a propósito o sin querer?
Parece difícil hacer un diagnóstico, sobre todo a simple vista. Diríamos que la mejor manera de juzgar la jugada es repasando la repetición, que está en los 53 segundos de este video (es el mismo que está insertado arriba).
Lo único que podemos opinar con certeza es que se ve una pequeña duda del crack brasileño antes de avanzar por la pelota, cuando el pique supera al defensor. Es decir: difícilmente Neymar pensara que esa jugada le iba a salir tan bien. Y aunque quizá fue un poco de casualidad, resultó una genialidad.
También nos llamó la atención este autopase con la espalda que se hizo Cristiano Ronaldo en Real Madrid.
Más allá de que está innegablemente en offside, lo inusual de la jugada es lo que más invita a la duda. Si te pega en la espalda es porque sos medio burro, seamos serios. Le sacaste la vista a la pelota o mandaste una diagonal que interceptó la línea de pase. Pero acá el portugués mira, calcula y parece idear la jugada para que le quede la pelota servida, considerando -uno diría- incluso la sorpresa que genera en su defensor.
En fin. Sambueza, estás en buena compañía. La conclusión parecería ser que la genialidad y la casualidad no son excluyentes en el fútbol. Al menos la tuya, después de la explicación, no nos dejó ninguna duda.
Eso sí, todos estos goles tampoco nos dieron para dudar.