Cualquier argentino que piense hoy en Messi, Tevez o Mascherano (y Roberto Pereyra, también, para no ser malos) pondrá su cabeza directamente en la final de Champions League que se juega el domingo, sin darse cuenta que en menos de una semana van a estar juntos, compartiendo plantel, para buscar un lugar.

Parece increíble que falte tan pero tan poco para que arranque la Copa América. Y que se juegue tan cerca, acá nomás, en un Chile más ilusionado que nosotros, aunque con menos figuras, este torneo para el que aún pueden comprar entradas. Si nos ponemos a pensar detenidamente en cómo era la sensación general a esta misma altura antes del Mundial, nos vamos a dar cuenta de que la crispación general era grande. Ni hablar de las ansias por ver al equipo levantar una copa.

Es cierto, llegamos al campeonato continental algo adormilados, como si los hinchas de celeste y blanco hubiéramos decidido tomarnos un respiro después de lo que fue la final frustrada contra Alemania. Sin embargo, tiene que haber expectativa para ver a esta selección, más si consideramos que Argentina no gana un título de mayores desde 1993, cuando todavía su figura era Batistuta y su actual entrenador vestía pantalones cortos.

Y, justamente, el entusiasmo debería ser mayor si entendemos que es el primer escenario grande para el Tata Martino al frente del equipo. Si bien a simple vista podríamos pensar que hubo mucha continuidad con el ciclo del subcampeón del mundo, premio a un grupo que logró llegar a esa final tan ansiada, también hay novedades para el que sepa leer el subtexto.

Pensemos que vuelve Tevez al plantel en un torneo oficial -después de una pobre, justamente, Copa América en 2011-. Pensemos que Messi parece haber retornado a su mejor nivel, acompañado por un cambio necesario en su club y en su estado físico. Pensemos que va a estar Otamendi otra vez en la defensa, después de una temporada que pareció consagratoria. Pensemos que Agüero y Di María llegan bien físicamente, a diferencia de lo que ocurrió en Brasil 2014. Pensemos que Pastore puede tener un lugar importante en la creación. Pensemos que Martino le imprimió una identidad estétic a a su Newell’s que intentará repetir.

Pensemos todo eso y dejémosle un poco de lugar a la ilusión. Se viene la Copa América y ya tenemos ganas de que Argentina se decida a arriesgar, busque protagonismo y juegue cada día un poquito mejor.

En una de esas, hasta nos regala ese título que tanto venimos esperando.