“Todo Estudiantes protestó el gol, porque el scorer usaba anteojos. No tuvo suerte. Tampoco Van Daele: misteriosamente, sus lentes aparecieron tirados y rotos. Con visibles señas, culpó a Malbernat y a Pachamé: los malos hábitos no se olvidan fácilmente”. Primera Plana, septiembre 1970.

Cornelis Johannes (Joop) van Daele es un héroe imprevisto. Un eterno suplente que un día hizo el gol más importante en la historia de su club. Algo así como el Matías Donnet de Boca si la historia de Boca no hubiera tenido, antes y después, otros muchos días gloriosos. Para los hinchas de Feyenoord la silueta de su jopo y el marco de sus gafas son el símbolo eterno de la grandeza. La de ese día de 1970 cuando, en su estadio De Kuip contra Estudiantes de La Plata, se consagraron campeones del mundo por única vez.

feyaja2010-11035Van Daele fue, sobre todo, un futbolista inesperado. Empezó a jugar en la década del ’50 en las inferiores del club Overmaas, de Rotterdam, y después -con 13 años- entró en la academia de Feyenoord. En esa época era centrodelantero pero para cuando llegó al Feyenoord B ya jugaba como defensor central. En realidad, no jugaba casi nunca. Su carrera parecía terminada antes de empezar.

En julio de 1967, cansado de no tener oportunidades pidió que lo pusieran en la lista de transferibles. Tenía 19 años y creía que nunca triunfaría si seguía en Feyenoord. Un par de temporadas después, en 1969, el pequeño SVV de La Haya estuvo a punto de contratarlo pero le pareció excesivo pagar 90 mil florines por su pase.

Le decían El Largo, porque medía casi un metro noventa, pero lo que más llamaba la atención cuando entraba a la cancha era que, producto de su miopía, jugaba al fútbol con anteojos. No con esos armados, de carey, con los que posa en algunas fotografías sino con unos metálicos, y más finos, mejor condicionados para la práctica deportiva.

El austríaco Ernst Happel, DT de Feyenoord, lo vio en el equipo B y decidió sumarlo para la campaña 1970-71. La altura y versatilidad de Joop cautivaron al entrenador. Veía en él a un relevo ideal, ya que podía utilizarlo como defensor o como delantero. Ya tenía un futbolista con gafas en el plantel así que otro no sería problema. Extraño como parece, en ese campeón de Europa también jugaba Marinus Israel, alias Iron Rinus, autor del gol clave ante Celtic, un defensor que siempre andaba con sus quevedos, aunque en la cancha se las arreglaba para forzar la vista y jugar sin ellos.

JOOP van DAELE.El 10 de junio de 1970, con 22 años, van Daele fue a las oficinas de Feyenoord para firmar su primer contrato profesional, por dos temporadas. Antes, había renunciado a su trabajo como cajero en PTT, la compañía estatal de correos, telégrafos y teléfonos. El fútbol neerlandés de entonces era bastante amateur. Tres meses después, el eterno suplente defensor-delantero entró en una final Intercontinental y un rato más tarde marcó el gol de la victoria.

Van Daele había viajado 28 horas hasta Buenos Aires, con el resto del plantel, para disputar la primera final, 2-2 en la Bombonera, pero, como de costumbre miró el partido desde el banco. Sus recuerdos de Argentina se limitaban a la fuerte escolta militar que tuvieron, a la lluvia de monedas con que los recibieron en el estadio, lo que hablaba, entre otras cosas, de la devaluación de la moneda nacional, y de cómo se recuperaron milagrosamente de un 0:2 en diez minutos para llevarse un empate a Holanda.

Dos semanas después, cuando iban 16 del segundo tiempo, Happel desempolvó a van Daele y lo mandó a la cancha en reemplazo del delantero Coen Moulijn. De inmediato, Joop pasó a ser la rubia referencia ofensiva.  A los 20, la zaga de Feyenoord tiró un pelotazo que El Largo quiso parar pero el balón rebotó como si tuviera un paredón en el pecho. La pelota quedó suelta, la recuperó Estudiantes y la perdió. Los locales armaron un ataque por la izquierda, el wing llegó hasta el área y tiró un centro bajo que se desvió en un defensor hasta la panza del área. “Me quedó la pelota enfrente de mis piernas y le pegué”, contó Joop.

El derechazo bajo, al primer palo, se transformó en una Copa  Intercontinental. Como venía corriendo, van Daele siguió al tranco hasta el córner festejando con el brazo diestro en alto y los prismáticos bien apretados entre sus orejas. Mientras, los jugadores de Estudiantes se amontonaban contra el árbitro peruano Alberto Tejada Noriega para reclamarle la anulación del gol con algún pretexto. Como, por ejemplo, que el autor del tanto usaba anteojos, algo que no se permitía en Sudamérica.

Según varios artículos en holandés -como éste- que pudimos descifrar no sin mucho esfuerzo, cuando sacaron del medio Oscar Malbernat se acercó a van Daele y le robó las lentes de la nariz. La afrenta de que un cuatrojos suplentón te gane una final debía ser imposible de digerir. Como en un recreo del primario, pero en pleno partido, los futbolistas de Estudiantes se empezaron a pasárselas y Joop los corría para recuperarlas. “Me fui detrás de él pero le dio mis anteojos rápidamente a otro jugador, Pachamé, que luego los partió por la mitad. Fue bizarro, el juego seguía mientras yo estaba persiguiendo mis gafas”, recordó van Daele.

vanComo se ve en la foto la incredulidad de Joop era inmensa. No podía entender que hubiera tanta maldad en Malbernat y sus compañeros. Se acercó a la línea de cal y le dio las dos mitades de sus lentes a Gerard Meijer, el histórico masajista de Feyenoord, para que intente arreglarlas. Probó vendarlas pero no pudo. Encima las únicas gafas de repuesto que tenían, extrañamente, eran de vidrio sin graduación. Van Daele se quedó en la cancha pero ya no pudo aportar demasiado. “Estuve los últimos diez, quince minutos sin jugar”, relató Joop. Sus recuerdos de la Copa y de los festejos son, sin duda, borrosos.

Hace una década, consultado sobre el episodio, Carlos Pachamé, el presunto fracturador de anteojos, volvió a cuestionar la validez del gol. “Fue claramente en contra de las reglas, así que uno de nosotros le quitó las gafas y luego se fue a jugar”, afirmó. Juan Ramón Verón, con más inocencia, aseguró: “Sus lentes se cayeron. Tal vez uno de nosotros las pisó accidentalmente”.

Esos cuatro minutos de claridad y los restantes de nebulosa ceguera fueron suficientes para lanzar a van Daele al Olimpo de los dioses fugaces del fútbol. Estuvo en Feyenoord hasta 1977, jugó solo 144 partidos (en una década) y marcó apenas cinco goles más después de aquel. Luego de la consagración, cuando intentó comprarse nuevos anteojos le mandaron cincuenta pares por correo y varias marcas le ofrecieron hacer publicidad para ellos. En 1972 fue el primer futbolista neerlandés en usar lentes de contacto. Incluso, dos canciones recuerdan el episodio: “Las pequeñas gafas de van Daele”, de Luc Lutz -hitazo pop en el otoño europeo de 1971- y “¿Dónde están los anteojos de van Daele?”, de Johnny Hoes.

Amarillentas y quebradas por la mitad, las lentes de Joop se exhiben ahora en el museo que Feyenoord tiene en su estadio. Si andan por Rotterdam, no dejen de visitarlo. Para los mayores de trece años, la entrada cuesta 5 euros. Un pequeño precio para semejante historia.

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