Hace una década, el mexicano Jorge Vergara se presentó sonriente en algún lujoso hotel de Los Ángeles ante varios periodistas. El millonario dueño de las Chivas de Guadalajara -que alguna vez estuvo en Argentina con la idea de meterse en Huracán- anunció la creación de un equipo de fútbol que jugaría en la MLS y se convertiría en el clásico de la ciudad para el exitoso Galaxy. “Serán los mismos colores de Chivas, pero con un uniforme distinto, distinto escudo, distintos jugadores y una distinta cultura, pero todo mexicano, todo latino, todo en español”, prometió.
Chivas USA surgió así con un objetivo claro: capturar a la enorme comunidad mexicana que vive en EEUU, muchos en Los Ángeles, como consumidores cautivos de un equipo-producto. La marca Chivas, uno de los clubes más populares de México, era el señuelo. El socio de Vergara en ese negocio futbolero, el empresario Antonio Cué, también hizo promesas: “Vamos a hacer del Home Depot Center (el estadio) la casa de Chivas: traeremos un equipo triunfador, traeremos tortas ahogadas y cueritos y toda la comida mexicana”.
Un par de domingos atrás, el clima en la cancha estaba lejos de esa promesa. El último partido de la temporada fue además el partido con que Chivas USA se despidió de la historia del fútbol. Los amigos de A Football Report (AFR) cuentan que lo que alguna vez fue “Chivatown”, un festival prepartido en la puerta del estadio con música y comida mexicana gratis, era como una “liquidación por cierre en un pueblo fantasma”, con unos pocos hinchas revolviendo cajas con camisetas, tazas y fotos, todo en oferta, de un equipo que ya no existe.
Al comienzo, Chivas USA funcionó como una copia publicitaria de su hermano mayor. Tras una pésima primera temporada, con el holandés Thomas Rongen como DT, llegaron, a préstamo desde Guadalajara, jugadores mexicanos reconocidos como Francisco Palencia. Incluso el veterano Claudio Suárez, gloria de Chivas, fue técnico del equipo. También Bob Bradley, luego DT de EEUU, estuvo en el club. Su mejor temporada fue en 2007, primeros en el Oeste, pero Houston Dynamo, luego el campeón, los dejó afuera en semifinales.
Después de dos años más cayendo en semis, el club entró en un pronunciado declive. En las últimas cinco temporadas ni siquiera llegó a los playoffs. El dinero mexicano entraba, desde 2007 siempre tuvo como patrocinador una empresa de México, pero el club no generaba recursos ni atraía nuevas inversiones. No jugaba bien, no ganaba, no llenaba la cancha, no vendía camisetas. Era un clavo para el negocio de la MLS.
Por casi una década, Vergara intentó desarrollar la filial del Guadalajara sin ningún éxito. “El concepto Chivas USA no funcionó”, terminó por reconocer hace unos meses. No dio resultados ni deportivos, nunca consiguieron un título; ni de ventas, no se arraigó en la comunidad mexicana que, como en su país, es hincha de varios equipos. Quizás si le hubieran puesto México FC…
En febrero de este año, la gerencia de la MLS asumió el fracaso del proyecto, agobiado por sus problemas financieros, y decidió recomprarle la franquicia a Vergara. El mexicano aceptó y se fue agradeciendo a toda la organización con unos cuantos dólares en el bolsillo. La MLS se propuso buscar nuevos propietarios que relanzaran la marca para la próxima temporada. Los hinchas vieron con entusiasmo el cambio de dueño pero pasó el tiempo y, como nadie se ofrecía para comprarlo, esa sensación se transformó en incertidumbre.
Finalmente, el jefe de la MLS, Don Garber, anunció lo peor. “Chivas USA se disolvió con efecto inmediato” para dar lugar a un nuevo club-marca: Los Ángeles FC, que debutará recién en 2017. El grupo inversor que pagó cerca de 100 millones de dólares por esa franquicia prometió además construir un estadio. El objetivo, aseguran, es desarrollar “un club de fútbol de clase mundial que represente la diversidad de Los Ángeles”. Es decir, no vamos a ser el equipo mexicano de antes, pero no nos olvidamos de ustedes latinos, también son bienvenidos acá.
Lidera ese grupo inversor Henry Nguyen, un empresario vietnamita que creció en la ciudad. El presidente ejecutivo será Peter Guber, titular del Mandalay Entertainment Group –el del casino en Las Vegas- y un tipo con experiencia en franquicias deportivas. Es dueño de Golden State Warriors de la NBA y co-propietario de Los Angeles Dodgers en la liga de Béisbol. A él se suman otros inversores famosos como Ruben Gnanalingam, co-propietario del QPR inglés, el ex basquetbolista Magic Johnson, que también tiene acciones en los Dodgers, Mia Hamm, ex jugadora de fútbol femenino, y su esposo, el ex beisbolista Nomar Garciaparra.
Las desoladoras imágenes del último partido de Chivas USA explican la muerte del equipo. Unos pocos hinchas, que al final entraron a la cancha a despedirse de su equipo como en un velorio, aceptaron mansamente la voluntad del capital. Está claro, la cultura deportivo en EEUU, con sus franquicias, es así. Es difícil que algo igual pase en los países centrales del mundo fútbol, en Europa y Sudamérica. En Argentina, por citar un caso cercano, los hinchas de Racing, y hay ejemplos en clubes no tan populares, mostraron hace unos años porque una institución que está fundado sobre la pasión, y no sobre el negocio, nunca puede desaparecer. Incluso si quiebra.
En Los Ángeles, solo unas pocas personas -como el loco de la foto que se tatuó el escudo en el brazo- parecen haberse apasionado con el club. “Es frustrante. Es frustrante porque el fútbol moderno no respeta la pasión. La gente ve esto como un puto negocio y, sí, entendemos que es un negocio, pero se cagan en las emociones de la gente, eso duele. Nuestros hijos se criaron en esta puta cancha. Nacieron y se criaron acá. Este es nuestro último partido y realmente duele porque no vamos a poder ver a nuestros amigos cada 15 días… nunca más va a ser como ahora”, explicó otro de esos hinchas.
Al menos, el equipo les regaló una última alegría ese domingo. Ganaron 1-0 contra los Terremotos de San José, con gol del ecuatoriano Félix Borja. El presidente del club, Nelson Rodríguez, les agradeció en su carta de despedida: “La historia dirá muchas cosas sobre Chivas USA, pero la única e innegable verdad será que en cada situación -sin importar las circunstancias o el resultado- nuestra recuperación se apoyó en el espíritu indomable de nuestros más leales y orgullosos hinchas”. Esos hinchas a los que dejaron huérfanos.
Vergara, en cambio, es un empresario y puede ser más sincero. “Sólo hay un Chivas. Queremos concentrar nuestra inversión en Guadalajara”, dijo después de sacarse de encima la franquicia. El otro equipo era sólo un proyecto económico que parecía una inversión segura. Salió mal. Listo, a otra cosa.
Nada personal muchachos, solo son negocios.