En 1883, Gales, Escocia, Irlanda e Inglaterra disputaron el primer torneo internacional de Selecciones, el British Home Championship. El fútbol ya era uno de los pasatiempos favoritos del pueblo británico y por eso la organización de un campeonato entre los cuatro representativos del Reino Unido surgió con naturalidad. Escocia se coronó campeón de aquella primera edición de un certamen que en su día fue reconocido como el más importante del planeta y que se jugó casi todos los años hasta 1984. Aunque el fútbol dejó de ser propiedad de Gran Bretaña desde hace mucho tiempo, hoy la cuna del juego más popular vuelve a tener amplia representación en el primer plano internacional después de varias décadas.
Por primera vez desde 1958, habrá tres de los cuatro Seleccionados británicos en un torneo oficial. Los alumnos de Europa continental y de Sudamérica aprendieron demasiado bien y los equipos de las Islas jamás lograron tener gran éxito después del siglo XIX. Por eso, lo que sucedió en las Eliminatorias para la Euro 2016 llama la atención. No tanto por la extraordinaria campaña de Inglaterra (aunque también por eso), sino por las clasificación inesperadas de Gales e Irlanda del Norte, que jugarán una Eurocopa por primera vez en su historia.
La decisión de ampliar a 24 el número de participantes en la máxima competencia continental ayudó para que esto sucediera, aunque lo realizado por los dos equipos más débiles del Reino Unido fue tan bueno que ambos podrían haberse clasificado incluso con el viejo formato. Es decir que el mérito va más allá del número de competidores.
Irlanda del Norte fue sorteada en el quinto bombo, es decir que Grecia, Rumania, Hungría y Finlandia eran superiores en la previa. Gracias al triunfo sobre Grecia y al empate contra Finlandia, el conjunto norirlandés terminó como líder de su grupo. Al igual que Islandia, sorprendió a todos con un juego sólido, confiable y con una idea clara: típico estilo británico pero con mayor mentalidad más ganadora.
La Selección norirlandesa es una de las más antiguas del mundo. Fue formada en 1882 y estaba integrada por futbolistas nacidos en toda la isla. En 1921, tras la creación del estado libre de Irlanda, ambos combinados fueron separados e Irlanda del Norte mantuvo los símbolos del antiguo equipo. Ganó ocho veces el British Home Championship y se clasificó para tres Copas del Mundo, la última en México 1986. Su mejor actuación fue en Suecia 1958, cuando alcanzó los cuartos de final a pesar de perder contra la Argentina del desastre. En 1982 también superó la primera ronda, tras vencer al anfitrión España, y en 1986 se despidió en la fase inicial.
La patria de George Best -que jamás pudo disputar un torneo grande- jugará su primera Euro gracias al trabajo del entrenador Michael O’Neill, quien se hizo cargo del equipo en 2011 y logró imprimirle una mentalidad ganadora y un confianza que parecían inexistentes. Con Gareth McAuley como líder de la defensa y los goles de Kyle Lafferty, ganaron seis partidos de diez y sólo cayeron contra Rumania.
El 5 de febrero de 1958, Gales derrotó a Israel y se clasificó a un Mundial por primera y hasta ahora única vez en su historia. El seleccionador Jimmy Murphy fue el hombre más feliz del mundo hasta el día siguiente, cuando se enteró que el avión que trasladaba al plantel de Manchester United desde Belgrado se había estrellado. Murphy era el ayudante de campo de Matt Busby y tuvo que hacerse cargo de la reconstrucción de un plantel devastado. Aunque no muchos lo sepan es el hombre más importante de la historia del United y también del fútbol galés.
Casi sesenta años después de aquella gran actuación en Suecia 1958, Gales regresa a un torneo internacional. En aquel Mundial -el único del que participaron los cuatro equipos británicos-, perdió frente al Brasil de Pelé y Garrincha en cuartos de final, tras derrotar a lo que quedaba de la Hungría de los magiares mágicos. Cracks como Ryan Giggs, Gary Speed, Neville Southall, Ian Rush o Mark Hughes no pudieron lograr lo que sí pudo Gareth Bale.
El jugador de Real Madrid es el símbolo de esta Selección y quizás es más que eso. Como pocos de sus colegas, que muestran sus mejores virtudes en el club y no consiguen trasladar su nivel al equipo nacional, Bale tomó como algo personal la posibilidad de llevar a Gales a la Euro y lo consiguió. Es el líder fubolístico y espiritual del Seleccionado de un país que por un rato dejó de lado la ovalada y festejó gracias a la número cinco.
Chris Coleman se hizo cargo de la dirección técnica en 2012, después del traumático fallecimiento del ídolo nacional Gary Speed a los 42 años de edad. Él fue el primero que soñó con la posibilidad de regresar a Gales a los primeros planos. Coleman supo continuar con el proyecto y hoy se cuelga una medalla muy brillante. Con un plantel muy joven, no sólo logró esta clasificación histórica frente a rivales de fuste como Bélgica y Bosnia, sino que se metió entre los diez primeros del ránking FIFA y logró ser cabeza de serie en las Eliminatorias para Rusia 2018. Mucho más de lo que los pocos galeses futboleros soñaron alguna vez.
La impresionante campaña de Inglaterra ayuda en esta especie de “resurgimiento británico”, al que podría sumarse la República de Irlanda (sólo por lo histórico y geógrafico, disputas políticas al margen) tras su grandiosa victoria sobre Alemania y si gana el repechaje. El fútbol inglés cuenta con una de las generaciones más parejas de las últimas décadas. Un buen arquero como Joe Hart; defensores de primer nivel mundial como John Stones, Gary Cahill y Phil Jagielka; mediocampistas confiables como Theo Walcott y James Milner y delanteros sin techo como Raheem Sterling y Harry Kane. Además de la experiencia de Wayne Rooney. A este potencial individual, Roy Hodgson logró sumarle algo que hace mucho no tenía un equipo inglés: frescura. Ya en Brasil 2014 tuvieron momentos de buen juego y en estas Eliminatorias se consagraron como el Seleccionado más sólido. Es uno de los grandes candidatos al título en Francia.