En septiembre de 2017, el primer ministro de Israel Benjamin Netanyahu realizó una visita oficial a Argentina en la que mantuvo varias cordiales reuniones con el presidente Mauricio Macri. Lanzamiento de flores mediante, ambos decidieron “profundizar” los vínculos entre los estados. El primer paso para esto fue la compra de armamento y tecnología militar. Luego, llegó el intercambio de datos de inteligencia. Y más tarde nació una idea, quizás desde la Casa Rosada, quizás desde la AFA: reflotar una antigua tradición de la Selección Argentina antes de cada Copa del Mundo y jugar un amistoso ante el seleccionado israelí.
Entonces, se puso en marcha una extraña ingeniería que implicó cambiar los planes del cuerpo técnico para, en el medio de la preparación mundialista, hacer una escala en Israel (distante casi 4000 kilómetros de Moscú) y allí enfrentar a la 98va Selección del mundo según el ránking FIFA. El cóctel tiene de todo: menos días de entrenamientos, riesgos de problemas físicos, algo de dinero y devolución de favores de estado.
En 2018 se están cumpliendo 70 años de la creación del estado de Israel y el partido está incluido en los “festejos” por el aniversario. En primer término, estaba previsto que se dispute en Haifa, pero finalmente se jugará en Jerusalén, ciudad que hace algunos meses fue reconocida como capital iraelita por los Estados Unidos, que de ese modo rompió el consenso histórico que indica no reconocer soberanía sobre la ciudad hasta que palestinos e israelíes no alcancen un acuerdo de paz.
Apenas se difundió el cambio de sede, la Asociación Palestina de Fútbol le envió una carta a la AFA en la que pide cancelar un partido que normalizaría la ocupación. En ella, el presidente del organismo, Yibril Rajub, criticó al Gobierno israelí por “transformar un partido regular en una herramienta política”, alegando que el encuentro “se juega ahora para celebrar el 70 aniversario del Estado de Israel” y “en un estadio construido sobre uno de las 418 pueblos palestinos destruidos por Israel hace 70 años, Al Malha”. Además, el dirigen afirma que “la Asociación de Fútbol israelí está siendo usada una vez más como una herramienta política del gobierno para normalizar la anexión ilegal del ocupado Jerusalén Este”.
A esto agrega: “Los deportes en general y el fútbol en particular deben quedar al margen de la política. Pero desafortunadamente la aceptación de la Asociación de Fútbol argentina (AFA) de jugar con Israel en Jerusalén nos ha recordado a todos cómo Israel usa el deporte como herramienta para blanquear sus acciones, incluida la presencia de seis equipos de colonias ilegales en el estado ocupado de Palestina como parte de la Liga israelí”.
Además de la protesta oficial, la campaña BDS (un movimiento global y pacífico liderado por la sociedad civil palestina que busca presionar a Israel para que cumpla con sus obligaciones de acuerdo al derecho internacional humanitario tal y como establecen las resoluciones de la ONU) lanzó un boicot al partido bajo el lema “Argentina no vayas”. Una de sus principales acciones fue la movilización a las puertas de la AFA, con la referente de derechos humanos Nora Cortiñas como una de las principales voces.
En su columna del diario La Nación, Ezequiel Fernández Moores destaca el pedido de Mohammad Khalil Obaid, jugador de Jameyet Al Salah: “Pido al equipo argentino y en especial al capitán Leo Messi, que es muy apreciado en Palestina, para que se solidarice y boicotee el partido con Israel”. Khalil Obaid es una de las víctimas de la represión a las protestas palestinas en Gaza que ya dejó centenas de muertos y miles de heridos en lo que va del año.
El encuentro del próximo 8 de junio se llevará a cabo en el Teddy Stadium y las entradas se agotaron en minutos. Allí juega de local el club Beitar Jerusalen, que hace pocos días fue noticia porque decició cambiar su nombre por “Beitar Trump Jerusalen”, en agradecimiento al presidente de Estados Unidos que decidió trasladar su embajada a dicha ciudad sin respetar la contundente derrota de su iniciativa en la votación de la ONU.
La “cábala” del choque en Israel antes de los Mundiales comenzó el 4 de mayo de 1986. La Selección de Carlos Bilardo venía de perder con Noruega y de empatar con Junior de Barranquilla. Tras una clasificación tan sufrida como la del año pasado, el equipo no se encontraba y la continuidad del entrenador estaba en duda. Entonces, llegó el amistoso contra Israel en Tel-Aviv que se saldó con victoria 7-2. Para muchos, allí nació el campeón del mundo.
Aunque para algunos jugar este partido sea garantía de vuelta olímpica, aquella no fue la única vez que se jugó ante Israel antes de una Copa del Mundo. En febrero de 1973 fue el primer enfrentamiento entre ambos, que finalizó empatado 1-1. No se puede considerar como preparación para el torneo de Alemania Federal porque ni siquiera se habían disputado las Eliminatorias aún. En 1990, por supuesto, Bilardo pidió repetir la cábala y el equipo ganó 2-1 en Tel-Aviv. Luego, fue subcampeón en Italia. El 31 de mayo de 1994, con Basile en el banco, fue triunfo 3-0 pero en En Estados Unidos quedamos afuera en octavos de final. En abril de 1998, Israel logró su primera victoria ante Argentina, que en la Copa de Francia no pasó de los cuartos de final. Entonces, la estadística marca que fueron cuatro partidos de preparación y un título Mundial. No parece ser una cábala muy efectiva.
“El equipo nacional argentino tiene miles de seguidores entre el pueblo palestino y el resto del mundo árabe. Sería una pena que esta relación histórica se perdiera por la aceptación de la AFA de ser parte de las herramientas de Israel para normalizar sus graves y sistemáticas violaciones del derecho internacional y los derechos humanos”. La carta de la Asociación palestina llegó a los medios de todo el mundo pero en la AFA no le dieron demasiada importancia. Decidieron mantener el guiño de la Rosada y engrosar la cuenta bancaria.