Hoy, Sacachispas atraviesa el mejor momento de su historia. Más cerca que nunca de la Primera B, el club vive sin apuros económicos y el equipo juega como ningún otro en el ascenso vernáculo. Sin embargo, antes de este dulce presente, tuvo que soportar varias dificultades, algunas de ellas relacionadas con el turbulento devenir político de la ciudad de Buenos Aires. En los últimos años, la institución de Soldati vivió entre el Pro y el Frente para la Victoria. O, mejor dicho, el radicalismo y el peronismo.
Norberto “Beto” Larrosa fue un puntero radical histórico del barrio de Pompeya. Según cuenta Martín Granovsky en una nota de Página 12 de 2003, Larrosa “nunca logró pasar el día sin hacer nada. Durante el gobierno militar no estuvo lejos del Partido por la Democracia Social de Emilio Massera. Con la democracia volvió a la política full time. Un puntero, después de todo, es una mezcla de lobbyista de parroquia y jefe de hinchada, y Larrosa conoce el paño como pocos”. Cuando Mauricio Macri comenzó su armado en CABA, el Beto fue uno de los primeros en expresar su apoyo y poner manos a la obra en la flamante PROpuesta republicana.
Además de su gran importancia en el mapa político porteño, Larrosa fue presidente de Sacachispas durante treinta años. Hoy, el estadio del club lleva su nombre. Su figura, trascendental desde siempre para el club, adquirió el estatus de religiosa después de su muerte, a mediados de 2015. Representó al barrio en el antiguo concejo deliberante de la ciudad entre 1983 y 1997 y las causas de corrupción no mancharon demasiado su reputación en su tierra. Las tribunas de Saca están repletas de banderas que lo recuerdan.
A comienzos de 2012, el entonces secretario de comercio Guillermo Moreno ideó la fusión entre el Club Atlético Mercado Central y Sacachispas. La ambición del dirigente peronista era hacer pata ancha en el fútbol y para eso se asoció con el hijo de Beto Larrosa, Roberto, quien en ese momento era el hombre fuerte del club de Soldati. “Nosotros tenemos el equipo que juega en primera e inferiores, mientras que ellos (por Mercado Central) poseen sólo divisiones juveniles. Al juntarnos, le vamos a dar mayores posibilidades a las inferiores”, afirmaban en aquel momento los dirigentes que impulsaron el acuerdo.
El Mercado Central llegó como llegan todos los inversores externos a los clubes del ascenso: con decenas de promesas. Una de ellas fue duplicar el presupuesto del fútbol, que en ese momento alcanzaba sólo para intentar mantener la categoría. Además, prometían ampliar la masa societaria incluyendo a los empleados del mercado, algo a lo que los 500 socios históricos se opusieron. A pesar de las ideas grandilocuentes, el proyecto de “Mercado Central Sacachispas” duró dos años y no arrojó los resultados esperados para ninguna de las dos partes.
La identidad del club sufrió, porque aunque se mantuvo el lila en un homenaje a los orígenes peronistas de la institución, el cambio de nombre y la incorporación del escudo del MC a la camiseta provocó la ira de los hinchas. En cuanto a lo futbolístico, el equipo hizo una buena campaña en 2012/2013 y perdió en semifinales ante Deportivo Español. A diferencia de otras experiencias de este tipo, la salida de los inversores externos no alteró demasiado la vida del club, que hoy vive un momento de absoluta felicidad.