El 22 de junio de 1982, la Selección de Perú perdió 5-1 frente a Polonia en el Estadio Riazor de La Coruña. Cuando finalizó aquel partido y la eliminación del equipo que dirigía el brasileño Tim quedó confirmada, el pueblo peruano sufrió como sufren todos los pueblos tras despedirse de una Copa del Mundo. Sin embargo, ningún hincha de la Albirroja pensó que aquel partido sería en el último que vería una generación entera en un Mundial. Si en Argentina ya hay una generación que jamás supo lo que es ser campeón, en Perú hombres de 35 años recién sentirán el próximo año lo que es jugar un partido mundialista.
Hay veces que para comprender la importancia de un logro es necesario hacer un esfuerzo, porque la urgencia del presente nubla los sentidos. Aunque esta no es una de esas veces. Con solo ver el partido contra Nueva Zelanda se entendía todo lo que significa esta clasificación para todo Perú. La expectativa era tan grande que alcanzaba mirar las caras de los hinchas y los futbolistas para comprender. De todos modos, no está de más recordar las frustraciones pasadas para darle más valor a este éxito que tendrá en éxtasis durante varios días a toda una nación.
Perú jugó el primer Mundial como invitado, al igual que otros seis seleccionados sudamericanos (Argentina, Uruguay, Brasil, Bolivia, Chile y Paraguay). Luego, estuvo 40 años sin clasificar a una Copa del Mundo, hasta que la “generación dorada” eliminó a Argentina en la Bombonera y se metió en México 1970. En Alemania 1974 faltó y volvió a lograr el pasaje en Argentina 1978 y España 1982. Es decir, que en durante poco más de una década se acostumbró a destacarse en la élite, pero en dos de esos tres torneos terminó entre los ocho mejores.
La cadena de fracasos comenzó en el mismo sitio donde había arrancado la de triunfos: en Argentina. Fue en 1985 cuando Ricardo Gareca (sí, el mismo) le dio la clasificación al futuro campeón y eliminó a Perú de México 1986. Un año más tarde, el combinado peruano, que había llegado al menos a semifinales en las tres Copas América anteriores, quedó eliminado en primera fase de la edición disputada en Argentina. De a poco, se estaba acostumbrando a perder. Lo mismo ocurrió en 1989 y 1991.
En las Eliminatorias para Italia 1990, compartió grupo con Uruguay y Bolivia. Tras cuatro derrotas en cuatro partidos, quedó eliminado sin atenuantes. Su campaña en la previa de Estados Unidos 1994 no fue mejor. Jugó seis partidos ante Argentina, Paraguay y Colombia, de los cuales perdió cinco y empató uno, frente al cuadro guaraní en la última fecha. La única y mínima alegría de aquellos años fue la clasificación a cuartos de final de la Copa América 1993, en la que se despidió tras caer ante México pero antes había ganado un grupo integrado por Brasil, Paraguay y Chile.
Las Eliminatorias para Francia 1998 fueron un punto alto de las últimas décadas. El equipo dirigido por Juan Carlos Oblitas y liderado por Roberto Palacios llegó a la última fecha con posibilidades de clasificación, pero la victoria 1-0 sobre Paraguay no le alcanzó, ya que Chile, su clásico rival, goleó 3-0 a Bolivia y logró el objetivo gracias a su mejor diferencia de gol. En ese mismo 1997 alcanzó las semifinales de la Copa América tras eliminar en cuartos de final a Argentina. La ignominiosa derrota 0-7 contra Brasil opacó aquella digna actuación.
Sus campañas para las Copas del Mundo de 2002 y 2006 fueron casi calcadas. Solo ganó cuatro partidos de 18 en ambas y quedó muy lejos de los puestos de acceso. Durante aquellos años, sus equipos tenían buen nivel técnico pero muy poca solidez defensiva y menos carácter. Esos fueron los problemas que solucionó Gareca. En la Copa América se acostumbró a por lo menos pasar la fase de grupos: en 1999, 2001, 2004 y 2007 siempre llegó a cuartos de final. No alcanzaba para conformarse.
En las Eliminatorias para Sudáfrica 2010 tocó fondo y por primera vez finalizó en el último lugar entre diez participantes. Jamás en las 18 jornadas estuvo por encima del puesto 7 y perdió once encuentros. En ese momento, los peruanos pensaron que jamás volverían a jugar un Mundial.
La génesis se este presente glorioso puede buscarse en la Copa América de Argentina 2011. Con Paolo Guerrero como símbolo, Sergio Markarián armó un equipo valiente que llegó hasta las semifinales. Aunque la campaña en la fase de clasificación para Brasil 2014 no fue mucho mejor que las anteriores, sí se empezó a ver un intento de cambio de mentalidad. En la Copa América de Chile 2015 el equipo que ya dirigía Gareca volvió a llegar a semis y en la Centenario alcanzó los cuartos tras eliminar a Brasil.
Fueron 36 años de penurias. Casi cuatro décadas de gritos atragantados y derrotas de todo tipo. Todo Perú sabe lo que vale el triunfo ante Nueva Zelanda. Solo ellos entienden la que costó volver a una Copa del Mundo.