El rasgo de identidad más fuerte de un club de fútbol son sus colores. Podrá tener un estadio hermoso, una gran cantidad de tíulos, jugadores extraordinarios, hinchas famosos y reconocimiento internacional, pero todo eso junto no es nada sin una camiseta que los identifique. Y esos colores se mantienen inalterables a pesar del paso del tiempo, de las modas y de los cambios de época. Siempre son los mismos. O casi siempre. El caso de Alianza Lima es único en el mundo, porque su identidad no tiene que ver con conservar sus colores, sino con cambiarlos.
Uno de los dos clubes más populares de Perú mantiene viva una tradición única: durante un mes al año, cambia los colores de su camiseta. Todos los octubre, el azul y el blanco quedan guardados en un cajón y el equipo se viste de morado.
La leyenda dice que el 25 de septiembre de 1955, Alianza debía jugar frente a Sporting Tabaco (hoy Sporting Cristal), pero el club estaba en una pésima situación económica y no podía afrontar ni siquiera los gastos para tener la indumentaria en condiciones. Entonces, el legendario utilero Chino Pepe Carrión, devoto del Señor de los Milagros, decidió confeccionar las camisetas con las telas moradas de los hábitos de la congregación. El equipo venció 2-1 a Tabaco y, lo que al principio había sido enojo por parte de la dirigencia, se convirtió en alegría por la victoria. Entonces, le pidieron a Carrión que fabricara camisetas a franjas moradas y blancas, para mantener el color que les había dado suerte sin cambiar el diseño tradicional. En el siguiente encuentro, Alianza venció 1-0 a Municipal y ya no quisieron regresar a los colores originales.
Los éxitos deportivos ayudaron, pero no fueron la única razón que animó a hinchas y dirigentes aliancistas a cambiar el atuendo, sino también la idea de homenajear al Señor de los Milagros. La procesión del Cristo de Pachacamilla recorre las calles de Lima todos los octubre desde 1867 y es uno de los hechos religiosos más importantes del Perú. El Señor de los Milagros es una imagen de Cristo ubicada en una pared de adobe en el Altar Mayor del Santuario de Las Nazarenas de Lima. Se dice que fue pintada por un esclavo angoleño y que en 1655 sobrevivió a un devastador terremoto, por lo que desde ese momento se convirtió en un sitio de gran valor espiritual para los religiosos de la ciudad.
Durante octubre, el mes en el que se le rinde culto al Señor de los Milagros, los devotos se visten de morado. La razón por la que se adoptó este color es que era el que utilizaban las nazarenas del Beaterio de Monserrate, quienes eran encargadas de cuidar la efigie.
A pesar de que la historia contada por el Chino Pepe Carrión ha sido aceptada por todos en Lima, los colegas de dechalaca.com decidieron investigar un poco más y llegaron a la conclusión de que los hechos podrían no haber sucedido de ese modo. Según fotos y crónicas de la época, el equipo jugó esos partidos vestido de azul y blanco, por lo que la tradición no comenzó de la manera explicada por el utilero. El año 1955 fue muy importante para los devotos del Señor de los Milagros, porque en febrero se concluyó la restauración de la imagen, por lo que es posible que se hayan modificado un poco las fechas para darle aún más trascedencia a la fecha.
Incluso se puede comprobar que, durante la década del 60, Alianza se vistió de blanquiazul en octubre, por lo que lo más sensato es afirmar que el morado no había llegado para quedarse aquel día de 1955. Entonces, ¿cuándo nació esta tradición? El 3 de octubre de 1971 el conjunto aliancista derrotó por 2-0 a Sporting Cristal con goles de Teófilo Cubillas y César Cueto. El plantel utilizó aquel día una novedosa casaca que homenajeaba al Señor de los Milagros. Las crónicas de la época confirman que esa fue la primera vez que se utilizó este atuendo.
Este color va más allás de los resultados deportivos, a pesar de que si no hubiera obtenido una victoria ese día en el estadio Nacional, quizás Alianza Lima jamás habría vuelto a utilizar el morado. Con el correr del tiempo, este singular cambio de indumentaria se convirtió en un motivo de orgullo para los hinchas. Ni siquiera haber permanecido veinte años sin vencer a Universitario en octubre hizo peligrar esta tradición.