Desde que comenzó a jugarse la Copa del Mundo hace casi nueve décadas, se utilizaron nueve sistemas diferentes de disputa. Hubo torneos con 13, 16, 24 y 32 participantes; hubo eliminación directa desde el primer partido; hubo grupos de solo dos integrantes; hubo zonas en las que no jugaban todos contra todos; hubo repechajes ante igualdad de puntos y hasta sorteos. El problema no es el cambio. Nunca lo es. El problema es cómo se cambia y por qué.
Desde 2026, los Mundiales serán protagonizados por 48 Selecciones, casi el 25 por ciento de las asociaciones que forman la FIFA. Clasificarse será un trámite para los grandes y una obligación para los medianos. Habrá algunos humildes que tendrán la dicha de decir presente en el evento más trascendente de la humanidad, pero esa alegría será menor al ver que la fiesta es tan concurrida. Un Mundial es lo que es porque reúne a los mejores. Para estar allí hay que ganarse el lugar.
Según cálculos, la impresionante ampliación en la cantidad de participantes (el 50 por ciento más) significará un aumento de mil millones de dólares en las ganancias de la FIFA. Está claro que esto fue lo que motivó la resolución, más allá de lo “democrático” del nuevo formato. Es cierto que siempre es mejor incluir, pero también lo es que todos los países del planeta ya tienen la oportunidad de ganarse su lugar en las Eliminatorias. Es decir, nadie está excluido del certamen, todos participan.
La mejor manera de graficar esta nueva era del fútbol mundial es con un juego. Simularemos cómo sería una Copa del Mundo con este formato. Así quedarán bien claro los alcances de las modificaciones. Tomaremos como válido el reparto de plazas que se difundió estos últimos días, dejando en claro que la FIFA aún no confirmó si será así y ni siquiera si, por ejemplo, Sudamérica y Concacaf seguirán disputando dos clasificatorias separadas o una solo unificada.
El reparto sería así: 16 para Europa (hoy tiene 12 más Rusia, anfitrión), 9,5 para África (hoy tiene 5); 8,5 para Asia (hoy tiene 4,5), 6,5 para Conmebol (hoy tiene 4,5), 6,5 para Concacaf (hoy tiene 3,5) y 1 para Oceanía (hoy tiene 0,5). En el Mundial de 48, el país sede le “quitará” una plaza a su Confederación.
Para definir los clasificados, utilizaremos las tablas de la eliminatoria para Rusia 2018, mientras que los cabeza de serie serán definidos por Ránking FIFA. La implementación de 16 zonas permitirá que no se crucen jamás equipos de la misma confederación en la fase de grupos, asi que seguiremos ese criterio lógico (aunque está claro que la conducción de Gianni Infantino no tiene demasiado apego por la lógica). Entonces, así quedaría la fase de grupos del nuevo Mundial.
Grupo A: Estados Unidos (anfitrión 2026), Serbia, Arabia Saudita.
Grupo B: Italia, Ecuador, Australia.
Grupo C: Colombia, Grecia, Panamá.
Grupo D: España, RD Congo, Corea del Sur.
Grupo E: Francia, Burkina Faso, Costa Rica.
Grupo F: Chile, Irlanda, Nueva Zelanda.
Grupo G: Inglaterra, Sudáfrica, Siria.
Grupo H: Alemania, Costa de Marfil, Japón.
Grupo I: Argentina, Eslovenia, Túnez.
Grupo J: Portugal, Marruecos, México.
Grupo K: Brasil, Holanda, Uganda.
Grupo L: Bélgica, Nigeria, Uzbekistán.
Grupo M: Suiza, Camerún, Honduras.
Grupo N: Polonia, Paraguay, Trinidad y Tobago.
Grupo O: Croacia, Egipto, Emiratos Árabes.
Grupo P: Uruguay, Ucrania, Irán.
Puro azar. A simple vista, ninguno de los Seleccionados tradicionales tiene real peligro de quedar eliminado. El único duelo entre candidatos sería Brasil-Holanda, mientras que el grupo de Alemania parece el más parejo. Por otro lado, podría quedar un grupo integrado por tres equipos sin grandes pergaminos, como el de Polonia, Paraguay y Trinidad y Tobago. Está claro que esta ronda inicial sería poco más que un trámite para los favoritos.
Después de solo dos partidos, llegaría el momento de comenzar a jugar encuentros de eliminación directa. Con este formato, se agregaría una rueda más. Es decir que comenzaría en los 16avos de final. Aquí los choques más atractivos si se cumplen los pronósticos (algo que jamás sucede en un Mundial) serían Holanda-Bélgica y Argentina-México, aunque también podría darse un Inglaterra-Alemania o un Francia-Chile. Lo que sí queda claro es que la ronda de 16avos de final tampoco parece demasiado atractiva. Recién en octavos tendríamos duelos que con el formato actual muchas veces se dan en la primera fase (en Brasil jugaron Italia-Uruguay y España-Holanda).
El cambio es demasiado grande y habrá que acostumbrarse. Este juego sirve para comprender que las Copas del Mundo que aprendimos a amar ya están dejando de existir. La nueva era llegó y sospechamos que no es tan buena como nos cuentan.