En Camponogara, zona de viñedos y curtiembres, viven unas trece mil personas. Cada una de ellas conoce la historia de Pietro Martire y se entristece al relatarla. Un domingo de abril de 2004, el equipo del pueblo veneciano, ACD Camponogarese, recibió en su estadio a Villatora en un partido de la Primera División regional del fútbol italiano, una 7ma categoría. Pintaba para fiesta y terminó en tragedia.
Cuando el primer tiempo estaba por terminar, Martire (25 años, delantero) saltó por una pelota cerca del vértice derecho del área grande, recibió una falta y cayó de la peor manera posible. Sufrió una lesión en la médula espinal que lo dejó paralizado de la cintura hacia abajo. El resto de su vida la viviría en una silla de ruedas.
“La silla de ruedas me hizo crecer”, admitió Martire una década después durante el partido benéfico “Todos con Pietro”, que se realiza cada año. Nadie de los que estuvieron aquel día quiso faltar. Hasta el árbitro fue el mismo. Con la camiseta granate y blanca y el seis en la espalda, Martire dio un puntapié inicial simbólico al llevar la pelota hasta el círculo central. “Muchos dicen que estoy obligado a estar en sillas de ruedas, pero yo digo que gracias a ella hago muchas cosas, como hablar en las escuelas sobre discapacidad. Si soy el hombre que soy se lo debo a mi familia, mi esposa y mis amigos”, agregó.
Mientras muchos se deprimían por él, Pietro transformó su vida. Desde aquel domingo hasta hoy, se recibió como entrenador, se casó con Paola, su mujer, consiguió trabajo como DT de un equipo de fútbol cinco, se dedicó a practicar esquí, saltos en paracaídas y corrió en handbike seis maratones. Además, fundó una asociación para educar sobre discapacidad, concientizar sobre las limitaciones arquitectónicas que suelen sufrir las personas en sillas de rueda y recaudar dinero para, por ejemplo, mejorar los accesos a un hospital local o comprar una silla especial para un deportista paraolímpico veneciano que compitió en Río de Janeiro.
Ahora tiene un nuevo desafío. En el mismo lugar donde terminó su vida de futbolista y comenzó esta otra, sentado en su silla, con una remera negra con la lengua yanqui de los Stones, Pietro se presentó como presidente de Camponogarese. “Este es mi segundo tiempo”, afirmó en un video. “Fueron los directivos salientes los que me pidieron asumir este rol. Tenía dudas y tal vez un poco de miedo, pero gracias al apoyo de mi esposa dije que sí a esta nueva aventura”, agradeció. “Seré un presidente sin billetera, pero con muchas ganas de hacerlo”, explicó. El equipo está ahora en Segunda División regional y el objetivo es, claro, regresar a la categoría superior.
Pero Martire, que se formó en las inferiores y jugó ahí cuatro temporadas, quiere algo más. Su sueño es devolverle a la comunidad algo de lo que aprendió en el club. “Quiero enseñarles a los niños los valores de la humildad, el sacrificio y el respeto. Mi idea no es crear el campeón en el fútbol si no crear el campeón en la vida”, aseguró. La historia de su vida es lección suficiente para todos. En Camponogara, que la conocen, terminan de contarla con una sonrisa. Como Pietro decidió que se contara.