Bolivia le ganó 3-2 a Ecuador, en la fecha dos del grupo A de la Copa América que se juega en Chile, y eso ya es toda una historia. Fue la primera victoria boliviana en el torneo en 18 años. Pero esa historia quizás no hubiera sido posible sin una sucesión de hechos, tristes y alegres, que, a primera vista, podrían parecer desconectados.

Es que la sanguinaria dictadura que instaló el general Luis García Meza en 1980 obligó al exilio a miles de bolivianos. Uno de ellos, un joven sindicalista de 20 años, Ramiro Dalence, decidió irse a estudiar a la industrial Norrköpping, la Manchester de Suecia. La sueca Britt-Marie Smedberg lo conoció ahí y se enamoró de ese cholo macizo y moreno, notorio entre tanto rubio local, que le contaba relatos de persecuciones políticas lejanas.

000298614WEl primero de los tres hijos que tuvieron, Martin, este lunes le puso la pelota en la cabeza a Raldes para el primer gol boliviano ante Ecuador y en el segundo le pidió a Moreno Martins que le pivotee el balón para clavarlo al lado del palo, con un derechazo divino. En su quinto partido con la selección, la pegada de ese polvo sueco-boliviano se mostró tan precisa como contaba Youtube.

Martin Smedberg Dalence (en Suecia el nombre materno va primero) empezó a jugar al fútbol cuando tenía 6 años en un club de barrio. Entonces, su familia transoceánica se había instalado en la populosa Gotemburgo, donde hay una gran comunidad boliviana. Su primer técnico fue su propio papá. Cuando ese equipo desapareció, Dalence padre, que acompañaba a su hijo a todas las prácticas y partidos, se llevó a los pibes al Gunilse, el club más grande de la zona que ahora está en 5ta División, y comenzó así su carrera como entrenador de juveniles.

Smedberg Dalence jugó toda su vida en Suecia. Debutó profesionalmente en el poderoso IFK Göteborg en 2004, con la misma edad que tenía su padre cuando llegó a Europa, desde su Oruro natal, para reunirse con parte de su familia, exiliada a mediados de los ‘70. Las temporadas siguientes las pasó fogueándose en clubes menores. El año pasado regresó a Göteborg para quedarse: jugó la última Champions, fue campeón de la Copa de Suecia y ahora están en la cima de la Liga.

Goal.com, que seguro lo vio más que nosotros, lo describe como “un mediocampista práctico” que “no deslumbra con su técnica”. Una de sus virtudes es su pegada: “Es un especialista en las jugadas a balón parado, sobre todo en los tiros libres”, agrega. Algo de eso mostró en esta Copa América. Está acostumbrado a hacer la banda derecha -aunque en Bolivia también lo hace por la izquierda-, es ordenado, corpulento y tiene buen juego aéreo. Todo lo que escasea en el fútbol boliviano.

“Se siente muy boliviano, inclusive sabe cantar el himno nacional”, prometió su padre antes de que lo convocaran.

Por su posición y por su buen pie parte de la prensa sudamericana lo etiquetó previsiblemente, y con mucha pereza, como el “Beckham boliviano”. Quizás también porque quiere jugar en Real Madrid, club del que se declara hincha pese a que su padre es fanático de Barcelona. Eso sí, en el fútbol boliviano, que admitió que no sigue mucho, le va al The Strongest por mandato paterno.

En Bolivia lo descubrieron hace menos de un año. Ya había jugado 35 partidos en varias selecciones juveniles de Suecia pero después de una década sin chances en la mayor que lidera Zlatan Ibrahimovic, Smedberg Dalence, casi con 30 años, se animó a decir que soñaba con jugar para la selección boliviana. “Se siente muy boliviano, inclusive sabe cantar el himno nacional”, prometió su padre.

Con diez años en la Liga de Suecia, y más de 300 partidos en Primera, la convocatoria no tardó en llegar. Su debut internacional con la camiseta verde fue el último 10 octubre, en un amistoso contra el sub23 de Brasil. “Es un sueño hecho realidad”, dijo sin sorpresas. Y agregó, para la tribuna, con su castellano sin práctica: “Vamos a ir al Mundial de Rusia”.

smedberg dalenceFue la primera vez en que piso el suelo boliviano, más de tres década después del exilio de su padre. La selección se concentró en Santa Cruz y para conocer algo del terruño paterno se tomó un colectivo. “El boleto cuesta dos bolivianos”, le contestó orgulloso de si mismo a un periodista descreído.

Lo que no pudo todavía es jugar un partido en Bolivia. En noviembre lo convocaron para enfrentar Venezuela en La Paz. Martin llegó algo preocupado por cómo reaccionaría su cuerpo en su primera visita a la altura. Al final no jugó ni un minuto en la victoria 3-2. Parece que la genética boliviana no lo ayudó demasiado.

En el llano, Smedberg Dalence disfruta: “Para mí es un orgullo representar a Bolivia en esta Copa América”. El viernes, definirán la clasificación contra Chile. “No le tenemos miedo, los respetamos pero nosotros también nos ganamos un respeto”, anticipó antes del torneo. Además, se cruzará con Miiko Albornoz, que defiende en La Roja, en un insólito duelo de suecos en un partido sudamericano. En Suecia no deben poder creer todo esto. A nosotros también nos cuesta un poco.