Del recurrente repertorio de lugares comunes al que echan mano los futbolistas, entrenadores y dirigentes para salir del paso ante las siempre previsibles preguntas de los periodistas, se destaca aquella reflexión que expresa que “en el fútbol de hoy nadie te regala nada”.
La frase, asertivamente declamada como si se tratara de una verdad revelada, mientras se enarca una ceja, se apretan los labios y se asiente levemente con la cabeza denotando contrariedad y resignación, resulta funcional tanto para un barrido como para un fregado.
Sirve para justificar actuaciones decepcionantes, planteos ultraconservadores o sorpresivas derrotas ante rivales objetivamente inferiores. Pero también para explicar victorias inmerecidas apenas arañadas, partidos soporíferos y empates deslucidos. Al parecer los desarrollos de todos los encuentros e incluso todos los resultados, pueden ser rápidamente desentrañados tan sólo pronunciando esas mágicas palabras.
“Bueno, hay que tener en cuenta que en fútbol de hoy, nadie te regala nada” se está convirtiendo, a esta altura, en un latiguillo de mera formalidad. Una convención social a la que todo protagonista se prodiga ante la requisitoria de un periodista inmediatamente después de los saludos de rigor.
Un rápido ejercicio de análisis en procura de comprender integralmente el concepto, deja claro que la fatigada frase hace especial hincapié en el “hoy”, en el “nadie” y en el “nada”. De lo que se podría inferir que en un hipotético e indefinido “ayer”, “algunos” o al menos “alguien” -graciosamente- regalaba o regaló “algo” en el fútbol.
Nos da curiosidad conocer, aunque sea con una mínima precisión, los límites de ese cándido pasado en el que sí era posible recibir, aunque fuera eventualmente, algún tipo de regalo. ¿Fue hace mucho? ¿Acaso durante la era amateur? ¿Mientras duró la huelga del 48? ¿Hasta 1964? ¿Antes del último 10 de diciembre? Sería interesante acceder a ese dato. Tal vez alguien lo tenga y nos lo pase.
De que algún día nos revelen o al menos nos den una pista acerca de quiénes fueron “aquellos” que regalaban “algo” y en qué consistía ese “algo”, no alentamos esperanza alguna. Sabemos perfectamente que los futbolistas, los entrenadores y los dirigentes no son, gracias al cielo, ningunos vigilantes.
Mientras tanto, y sólo para referirnos arbitrariamente a unos pocos sucesos recientes, nos preguntamos cómo denominar a la intervención de Hilario Navarro que facilitó la otra noche el tercer gol de San Lorenzo; o a la tímida reacción que opuso Marcos Díaz ante el remate mordido de Andrada en el gol de Quilmes; o al último gol que Orión recibió en Boca y al primero que le metieron en Racing. Cómo caracterizar lo que significó para su rival, el sistema defensivo empleado por Belgrano en La Bombonera. Cómo llamar a la oportunidad que le brinda Tevez -con su suspensión, por hacerse expulsar en un partido en el que su equipo ganaba con comodidad- a los futuros rivales de Boca. Cómo definir aquello que posibilitó que diez equipos de un día para otro se encontraran jugando en Primera. Qué viene a ser lo que recibió Armando Pérez cuando lo sentaron en el trono de la AFA.
Regalos no deben ser. En el fútbol de hoy nadie te regala nada.