Antes de convertirse en uno de los prominentes líderes de la Revolución Cubana, Ernesto Che Guevara (en aquel entonces mejor conocido como Fúser) fue director técnico de grandes cualidades en Colombia. Durante su primer viaje por América Latina en compañía del doctor Alberto Granado, “el dinero y la comida escaseaban”, por lo que debieron adaptarse a distintos empleos para ganarse unos cuantos pesos. De modo accidental (luego de quedarse dormidos en la Mambo-Tango y que la corriente los arrojara en Brasil) los médicos argentinos cruzaron un río para llegar a Leticia, Colombia, lugar donde conocieron al gerente del Independiente Sporting de Leticia.
Ahí se vendieron como dos conocedores de táctica futbolística y de habilidades propias del “balompié río platense”, así convencieron al gerente de que los contratara como entrenadores del club por tiempo indefinido y sueldo con base en resultados. Antes ya habían practicado en el leprosario de San Pablo, Perú. El propio Guevera lo definiría como “el mejor empleo” que han tenido durante el viaje.
Granado relató que el estilo de juego que llevaron a cabo en los partidos fue muy del fútbol argentino de los años treinta: “Con el arquero clavado bajo los tres palos, los zagueros metidos dentro del área y la línea media corriendo toda la cancha… además de introducir el marcaje hombre a hombre”. ¿Un toque Bilardista del Che, acaso? Al cabo de unos días de entrenamiento los resultados positivos aparecen y el Fúser (furibundo Serna) decide ser portero para “quitar rigidez a la defensiva”.
“Al principio pensábamos entrenar para no hacer papelones, pero como eran muy malos nos decidimos también a jugar, con el brillante resultado de que el equipo considerado más débil llegó al campeonato relámpago organizado, fue finalista y perdió el campeonato por penales”, relata Ernesto en el libro “Notas de Viaje”.
Granado comenzó a jugar de delantero y por su estilo driblador la afición lo bautizó como “Pedernita”, en honor al ídolo de River Plate, Adolfo Pedernera.
Jugaron la final de un torneo relámpago en la que fueron a al alargue y posteriormente a los penales. “Atajé un penal que va a quedar para la historia de Leticia”, escribe el Che. Sin embargo, perdieron el partido, y aunque recibieron varias ofertas de distintos equipos gracias a la fama que habían logrado, cobraron el salario por entrenar a Independiente Sporting, rechazaron las ofertas y decidieron continuar con su viaje.
Llegaron a la capital colombiana y la suerte del destino, después de varios infortunios, los colocó frente a uno de los argentinos de moda de los años cincuenta: Alfredo Di Stéfano.
El crack -que en aquel entonces formaba parte del llamado “Ballet Azul” junto a Pedernera y Rossi del Millonarios de Bogotá- les concedió una entrevista, además de proveerlos de yerba mate y obsequiarles dos entradas para el mítico encuentro Millonarios contra el famoso Real Madrid.
El viaje continuó hasta Venezuela, donde los amigos se separaron. Sólo se reencontrarían en Cuba, ocho años después. Con el Fúser convertido en el comandante Che Guevara, el mismo que entre ser director técnico o médico se decidió por guerrillero.