Es célebremente conocida la manía que tenía Bill Shankly, emblemático entrenador del Liverpool, a sus vecinos toffees. El preparador red criticaba al Everton siempre que podía y tenía un micrófono cerca. Una de sus frases más conocidas fue: “En esta ciudad hay dos grandes equipos, el Liverpool y su equipo de reservas”. Sin embargo, hubo unos años en Merseyside que solamente se hablaba del Everton. Para desgracia de Shankly su estadio era Anfield.
Todo comenzó en 1878, en pleno cambio geopolítico del continente. Una parroquia llamada St. Domingo’s Methodist Church, formada a principios de la década de los 70, estaba muy concienciada con el desarrollo deportivo de sus integrantes. Esta pequeña iglesia tenía un equipo de cricket y otro de atletismo pero en los meses más fríos se quedaba huérfana de deporte. Tras una reunión se decidió apostar por el fútbol, que al parecer estaba pegando fuerte en las islas británicas. De un día para otro nació el St. Domingo FC, el equipo de la parroquia.
En muy poco tiempo el equipo fue ganando adeptos y se fue distanciando de sus orígenes eclesiásticos. Gente que nada tenía que ver con la parroquia quería formar parte del equipo. Los encargados del St. Domingo sentían que el equipo no abarcaba a todos sus integrantes por lo que decidieron reunirse en el Queen’s Head Hotel para tomar una decisión respecto a una agrupación que no paraba de crecer. En la asamblea, en 1879, se dio el paso definitivo para sentar las bases de uno de los históricos del fútbol inglés: ser la representación de la gente de Everton llevando su nombre por allí donde jugasen.
A partir del cambio de nombre el club se hizo todavía más popular. Era un equipo ganador pese a no tener las capacidades de otros equipos del país. Lo mejor del Everton era que fue creado por y para el pueblo de forma altruista, una vía de escape que poco a poco se convirtió en el equipo más potente de la zona.
Un personaje clave en la evolución y profesionalización del Everton fue un cervecero local llamado John Houlding. Este empresario llegó a la administración del club con la intención de llevarlo a la gloria. Tenía amplitud de miras, algo que no le vino mal, pero tampoco iba a tirar el dinero. Esto le llevó a negociar con dos antiguos socios, los hermanos Orrel y que también eran cerveceros, por el alquiler de unos terrenos que tenía detrás de su casa, en Anfield Road.
Las negociaciones con los hermanos Orrel fueron duras pero acabaron siendo fructíferas. John y James Orrel se comprometieron a dar parte de sus terrenos por una cantidad mensual de 100 libras esterlinas. El Everton, aunque sin gradas, consiguió un sitio donde jugar en 1884. A finales de año se inauguró el campo con una contundente victoria del Everton por 5-0 al Earlestown.
En 1885 se profesionalizó totalmente el club, por lo que ya se dejó atrás cualquier bastión que recordara a la parroquia. Houlding tomó consciencia de lo que se podía significar su equipo para ciudad así que le compró Anfield a los Orrell. Pero Houlding quería ganar dinero con su club así que obligó al Everton a pagarle un alquiler. Además, también exigió a los jugadores que se cambiaran en un hotel antes y después de los partidos, algo que no les sentó muy bien ya que no entendían el porqué de tanto paseo innecesario.
Tres años después el Everton se juntó con otros once clubes del noroeste y de los Midlands para iniciar la Football League. El primer partido oficial que se disputó en Anfield – ya con gradas –, para pena del bueno de Shankly, lo disputaron el Everton y el Accrington Stanley de un lejano 8 de septiembre de 1888.
El colmo llegó cuando Houlding se llenó de avaricia olvidándose de los orígenes del club. La fama del empresario fue creciendo en sintonía con la del Everton por lo que fue propuesto en 1892 para alcalde de Liverpool. Evidentemente ganó las elecciones gracias a la integración del fútbol en la ciudad, deporte que le quitaría la buena fama que un día le dio.
Uno de los hermanos Orrel quería hacer un camino que atravesaba los territorios de Houlding, seguramente en una estrategia de ambos para ganar más dinero, por lo que el nuevo alcalde de Liverpool obligó al Everton a comprar la totalidad de los territorios de los Orrel, para luego cobrarle alquiler. Una operación muy provechosa para los dos vecinos de Anfield Road. Esto se vio con muy malos ojos en el seno del Everton y los 279 integrantes del club se reunieron de urgencia para tratar el asunto a principios de 1892. De esa reunión no sacaron nada en claro pero tres meses más tarde reanudaron la asamblea para encontrar una solución favorable para el Everton.
El egoísmo de Houlding y los Orrel acabó explotándoles en la cara. El Everton decidió abandonar Anfield e irse a Goodison Park, dónde ha jugado desde entonces. Houlding se había quedado con unos terrenos valiosos pero sin nadie que pagara por ellos. Fue entonces cuando decidió formar otro equipo al que bautizó como Everton Athletic. Otro disgustó azotó a Houlding ya que la FA le prohibió utilizar el nombre de otro equipo. No le quedó otra opción que acordarse del nombre de la ciudad de la que era alcalde, así que fundó el Liverpool FC, que comenzó jugando de azul, algo que sí pudo copiar del Everton. Por más que le pese al difunto Bill Shankly el club de sus amores no solamente fue fundado gracias al Everton, su máximo rival, sino que además fue la última opción de un alcalde codicioso.
Publicado originalmente en la Revista Kaiser.