El 10 de octubre de 1811, el coronel José Gervasio Artigas fue nombrado General en Jefe de los Orientales. Ese día se comenzó a gestar la independencia de la Banda Oriental, cuando cientos de ciudadanos expresaron su propósito de no dejar la guerra contra el imperio español “hasta extinguir de ella a sus opresores o morir dando con su sangre el mayor triunfo a la libertad”, según reza textualmente el documento redactado y aprobado por los asambleístas.
Aquella histórica reunión se llevó a cabo en un paraje montevideano conocido como “Quinta de la paraguaya”, ubicado en el barrio La Blanqueada. En ese mismo sitio, más de un siglo después se disputó el primer partido de la historia de las Copas del Mundo, como si fuera un lugar de importancia cósmica para las gestas del pueblo uruguayo.
El Gran Parque Central fue inaugurado el 25 de mayo de 1900 y es el estadio más antiguo de América. La “Empresa de Tranvías a la Unión y Maroñas” le cedió el predio al Club Nacional de Football y al Deutscher Fussball Klub y allí se levantó el escenario de algunas de las más grandes hazañas del fútbol mundial. El primer partido fue protagonizado por Nacional y Deutscher y terminó empatado 1-1. El autor del primer gol fue el doctor Ernesto Caprario, fundador y presidente del cuadro local.
En 1929, Jules Rimet le otorgó a Uruguay el privilegio de organizar la primera Copa del Mundo, que debía disputarse en un solo estadio: el Centenario. Sin embargo, las lluvias no permitieron terminar la nueva cancha a tiempo y el campeonato comenzó con dos partidos simultáneos en el Parque Central y en el estadio de Pocitos, donde Lucien Laurent marcó el primer gol mundialista. El 13 de julio de 1930, minutos antes de las 15.00 horas, las Selecciones de Estados Unidos y Bélgica salieron al césped del Parque y cambiaron la historia del fútbol. El equipo americano ganó 3-0 en el primero de los seis juegos que se llevaron a cabo en el campo de juego de Nacional.
Antes del Mundial, el Parque Central ya tenía una historia singular. Allí Uruguay ganó los Sudamericanos de 1923 y 1924, Nacional se coronó campeón uruguayo en varias ocasiones y la Selección bicampeona olímpica fue recibida a lo grande por sus hinchas. Además, en 1918 Abdón Porte decidió suicidarse en el medio del campo de juego por haber perdido su lugar en el primer equipo de Nacional. En su carta de despedida dijo lo siguiente: “Nacional, aunque en polvo convertido/Y en polvo siempre amante/No olvidaré un instante/Lo mucho que te he querido/Adiós para siempre”.
El estadio fue remodelado en varias oportunidades, pero dos de ellas fueron obligadas. En 1923 y 1941 sufrió incendios que destruyeron casi por completo las tribunas de madera. En la primera ocasión, se reconstruyó en menos de tres meses, pero la segunda requirió trabajos más profundos y se aprovechó para impulsar la construcción de gradas de cemento.
A lo largo de más de un siglo, se realizaron diversas remodelaciones estructurales. La última tiene más que ver con una cuestión simbólica. Uno de los elementos más característicos del paisaje del Parque Central era su mirador, ubicado entre las tribunas Atilio García y Héctor Scarone. Allí estuvo hasta 2005, cuando fue retirado para “resguardarlo” de las obras. Sin embargo, aún no fue instalado nuevamente y su ausencia se nota. Hoy, la estructura fue restaurada y está en las afueras del estadio, pero el objetivo es que regrese a su histórico lugar.
Hogar del fútbol uruguayo, cuna del torneo más importante de todos y escenario de varias de las epopeyas más grandes de nuestro continente. El Gran Parque Central es mucho más que un estadio. Es el sitio donde se escribe la historia.